“Esta extensión en el mar (…) encarna mi visión, la de un principado que se atreve, que abraza la audacia, que controla su destino con sabiduría, que sabe escuchar al entorno”, declaró el Príncipe Alberto II, rodeado de su familia y actores de este proyecto privado valorado en más de dos mil millones de euros, lanzado en 2015.
Luego, la familia principesca inspeccionó el nuevo distrito, singularmente verde y elegante en una zona donde la presión inmobiliaria había llevado, en las últimas décadas, a la construcción desordenada de torres altas, no siempre elegantes.
Apretada en dos kilómetros cuadrados entre el mar y la montaña, Mónaco ya había ganado 40 hectáreas al mar en siete ampliaciones anteriores desde 1907, más de la mitad de las cuales en los años 1960 con el barrio de Fontvieille, donde se encuentra el estadio Louis II.
Pero el sitio de Mareterra no tiene equivalente, ni siquiera en Medio Oriente, dada la profundidad de la estructura, que llega a los 50 metros, y las limitaciones sísmicas o ambientales.
“Entre Fontvieille y Mareterra se produce el mismo salto tecnológico que entre un teléfono fijo y un iPhone 15”, aseguró Guy-Thomas Levy-Soussan, director general de Anse du Portier, promotor del proyecto.
Hasta 120.000 euros el metro cuadrado
Reuniendo a una decena de familias de nombres poderosos en Mónaco, empezando por Patrice Pastor, el hombre cuya influencia sigue creciendo en el Peñón, Anse du Portier se ha centrado en el lujo y el espacio, dirigidos al puñado de ultraricos que se instalarán allí en los próximos días y los numerosos visitantes esperados.
El sitio está sostenido por 18 enormes cajones de hormigón que delimitan una nueva línea costera. El interior se rellenó de arena y se consolidó con más de mil grandes pilotes de 45 metros de altura.
En este terreno, el nuevo distrito, confiado al estudio Valode et Pistre Architectes, en colaboración con el italiano Renzo Piano, incluye 120 apartamentos de un mínimo de 400 m2 y diez villas, propiedades extremadamente raras en Mónaco que se han vendido muy bien. Según una fuente gubernamental, los precios subieron hasta los 120.000 euros por metro cuadrado.
El proyecto también representó un beneficio inesperado para el gobierno monegasco, que recuperó varias obras públicas (un aparcamiento, salas de conferencias, zonas de paseo, etc.) y importantes ingresos fiscales.
En septiembre, el ministro de Finanzas, Pierre-André Chiappori, explicó que con el fin del proyecto, el presupuesto estatal perdería 200 millones de euros en ingresos fiscales anuales.
¿Suficiente para abrir el apetito por nuevos proyectos? Por el momento, no: “Otras prórrogas no son posibles ni deseables por el momento”, declaró el príncipe en su discurso.
Medidas medioambientales
“El soberano tiene cuidado de garantizar que el desarrollo del principado sea sostenible y tenga el menor impacto. Evidentemente, cuando hablamos de ampliación en el mar, esto no deja de tener consecuencias”, explicó Céline Caron-Diagioni, Ministra de Equipamiento, Medio Ambiente y Urbanismo.
Para Mareterra, promotores y gobierno insistieron en las medidas medioambientales implementadas a lo largo del proyecto, como por ejemplo el traslado de 500 m2 de praderas de posidonia, esta planta que sirve de vivero de peces y sumidero de carbono, el tratamiento de sedimentos contaminados o el desarrollo de cajones para que la vida marina pueda apropiarse de ellos.
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