Joe Biden intenta apagar el fuego tras su desastroso debate contra Trump

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Joe y Jill Biden tras el primer debate presidencial estadounidense con Donald Trump, en Atlanta (Georgia), el 27 de junio de 2024. BRIAN SNYDER/REUTERS

Otro hombre. Un doble revitalizado. No pudimos más que sorprendernos al observar a Joe Biden, el viernes 28 de junio, hablando ante activistas entusiasmados en Raleigh (Carolina del Norte). “Sé que no soy un hombre joven, eso es obvio…” Los clamores lo interrumpen. “Ya no camino tan fácilmente como antes. No hablo tan fácilmente como antes. Ya no debato tan bien como antes. Pero sé lo que sé. Sé decir la verdad. Sé distinguir el bien y el mal. Sé cómo hacer este trabajo. »

Palabras pronunciadas con una voz finalmente clara y firme, pero con dieciséis horas de retraso. Palabras ausentes en el momento decisivo, la víspera, durante el abrumador debate televisado contra Donald Trump. El viernes, Joe Biden no necesitó recurrir a la memoria, ni concentrarse en las mentiras de su rival, ni desarrollar un argumento en su cabeza. Leyó, cobrando vida gracias a la calidez del público. Al bajar del escenario, el presidente estuvo acompañado de una canción de Tom Petty, No daré marcha atrás. No daré marcha atrás.

Esta secuencia tuvo éxito, pero su impacto sigue siendo muy limitado, a pesar de que casi 50 millones de estadounidenses habían visto el debate el día anterior. Su objetivo era sofocar la duda devastadora que se ha extendido entre los expertos y en el aparato demócrata, desde el jueves por la noche, sobre la capacidad física y cognitiva de Joe Biden para ser candidato. La respuesta se organizó sin mucha intensidad. Los ejecutivos del partido guardaron silencio en público, pendientes de la decisión de Joe Biden. Los asesores aseguraron que los votantes independientes, con un papel decisivo, se sentirían muy ofendidos por la actuación de Donald Trump y sus repetidas mentiras.

Miedo al abismo

Luego, por la tarde, fue Barack Obama, en X, quien dio la línea de defensa. “Suceden malas noches de debate. Creeme lo se. Pero esta elección sigue siendo una elección entre alguien que ha luchado toda su vida por la gente corriente y alguien que sólo se preocupa por sí mismo. » La tesis de la mala velada parece fuera de lugar e incluso chocante tras el naufragio que vivió el presidente el jueves. Sobre todo, atestigua el miedo al abismo bajo los pies demócratas, en caso de que Joe Biden renuncie: qué alternativa en tan poco tiempo, qué pasa con los donantes, cómo preservar la unidad del partido antes de la convención de Chicago en ¿Agosto? Estas preguntas son complejas pero las soluciones existen. El status quo representa una apuesta monumental, una forma de jugar a la ruleta por el futuro del país, en una mezcla de negación y vanidad.

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