¿Qué es el carbono azul, ese tesoro marino al que Japón apuesta para salvar el planeta? – Edición nocturna Oeste-Francia

¿Qué es el carbono azul, ese tesoro marino al que Japón apuesta para salvar el planeta? – Edición nocturna Oeste-Francia
¿Qué es el carbono azul, ese tesoro marino al que Japón apuesta para salvar el planeta? – Edición nocturna Oeste-Francia
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Por Clémentina MALIGORNE.

En la lucha contra el cambio climático y para lograr la neutralidad de carbono, el archipiélago japonés ha decidido restaurar y proteger todo un ecosistema natural descuidado durante mucho tiempo, pero muy valioso para el clima: el “carbono azul”.

En sus esfuerzos por limitar los impactos del calentamiento global y mitigar sus daños, Japón ha comenzado a recurrir al “carbono azul”. El archipiélago apuesta cada vez más por este método, todavía poco utilizado y a menudo descuidado, pero eficaz. ¿De qué se trata exactamente? Explicaciones.

Es el mismo principio que el de los “sumideros de carbono”, estos mecanismos de reservorio artificiales o naturales, como bosques, turberas, praderas o incluso océanos, que capturan y almacenan el exceso de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente dióxido de carbono (CO2), emitidos por los seres humanos y sus actividades.

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Manglares, praderas submarinas de algas, praderas saladas

“Carbono azul” se refiere a “ecosistemas oceánicos y costeros” que secuestran y almacenan carbono a largo plazo, detalla La Fundación Océano. En concreto, estamos hablando de manglares (plantas que se encuentran en las marismas), pero también de praderas marinas (pradas de algas submarinas), o incluso de praderas saladas (esas praderas naturales junto al mar).

Estas vegetaciones marinas son reservorios naturales de carbono. Porque ellos “captan carbono atmosférico (vía fotosíntesis) antes de llevarlo, gracias a sus raíces, al subsuelo”, explica en su sitio web la asociación Surfrider que trabaja para proteger el océano y la costa.

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Estos ecosistemas son “sumideros de carbono muy eficientes. Son hasta 40 veces más eficientes por unidad de superficie que los bosques tropicales”. destaca Surfrider. Mientras ellos “Representan sólo el 0,2% de la superficie del océano y almacenan alrededor del 50% del carbono orgánico enterrado en el océano”. Otros activos, actúan como “zonas de amortiguamiento” protegiendo las costas, y también se les conoce “por su capacidad de depurar contaminantes”, lo que permite mejorar la calidad de las aguas costeras, señala la ONG.

Sin embargo, estos ecosistemas de carbono azul están amenazados por la actividad humana, pero también por los efectos del cambio climático. “Cada año se destruyen aproximadamente entre 340.000 y 980.000 hectáreas en todo el mundo”. Punto surfista.

Japón pionero

Japón es uno de los primeros países en comprender la importancia de proteger este “carbono azul”. Desde hace unos diez años, el gobierno fomenta la investigación en este ámbito y apoya las operaciones de restauración de estos ecosistemas. Por ejemplo, elLa localidad de Hayama, vecina de Tokio, en colaboración con pescadores y escuelas locales, está replantando praderas submarinas, informa el periódico británico Los tiempos de Japón .

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Prueba de su compromiso con estos sumideros de carbono: principios de 2024, Japón se ha convertido en el primer país en incluir el carbono azul en su inventario nacional de emisiones presentado a las Naciones Unidas, informa el periódico británico. En la lucha contra el cambio climático, este inventario, transmitido a las instituciones internacionales (Francia también lo hace) permite elaborar un inventario de las emisiones de gases de efecto invernadero por grandes sectores de actividad y orientar las políticas medioambientales.

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Por el momento, “Los ecosistemas de carbono azul habrían secuestrado el 0,03% de las emisiones anuales de Japón hasta marzo de 2023”, de acuerdo a Los tiempos de Japón. Una gota en el océano… Sin embargo, dado que el carbono azul contribuye oficialmente al objetivo “cero neto” de Japón, los proyectos y las solicitudes de “créditos” de carbono azul por parte de empresas y municipios se han multiplicado. Cada solicitud es evaluada por expertos independientes que comprueban si el proyecto es viable a largo plazo. Un efecto, no obstante, bienvenido para el clima, mientras que la neutralidad de carbono a escala planetaria parece un objetivo todavía demasiado lejano.

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