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Tras la entrada en vigor de un alto el fuego negociado bajo los auspicios de Estados Unidos y Francia, el sur del Líbano sigue siendo escenario de una escalada mortal. Según fuentes libanesas, trece personas murieron ayer en ataques israelíes, lo que pone de relieve la fragilidad de un acuerdo que supuestamente pondría fin a 14 meses de combates. Mientras Israel acusa a Hezbollah de violaciones del acuerdo, los sobrevuelos masivos de aviones israelíes complican aún más una situación ya crítica para los civiles. Al mismo tiempo, la tregua suscita un profundo descontento en Israel, donde una mayoría de la población considera que constituye una victoria política y militar de Hezbolá. Este sentimiento se ve reforzado por el contraste entre los libaneses que comienzan a regresar a sus aldeas y los israelíes desplazados, que todavía no pueden regresar a sus hogares.
El alto el fuego firmado entre Israel y Hezbollah el miércoles pasado representó un momento crucial en una región devastada por un conflicto prolongado. Este acuerdo, impuesto en particular por la presión internacional, tenía como objetivo detener las hostilidades después de más de un año de combates que costaron la vida a cientos de personas y desplazaron a miles de familias. Las negociaciones fueron dirigidas por diplomáticos estadounidenses y franceses, lo que marcó un avance diplomático poco común en una región donde las tensiones siguen siendo palpables. Según sus términos, Israel y Hezbolá se comprometen a no llevar a cabo operaciones ofensivas, mientras que Israel tiene 60 días para retirar sus tropas de las zonas fronterizas del sur del Líbano. Sin embargo, desde el primer día de su aplicación, el acuerdo mostró sus límites.
Trece libaneses muertos en los primeros ataques tras el alto el fuego
Apenas unas horas después de que el alto el fuego entrara en vigor, se informó de ataques israelíes en varios lugares del sur del Líbano, que provocaron la muerte de trece civiles, según fuentes locales. Estos ataques tuvieron como objetivo zonas residenciales, incluidas las aldeas de Markaba, Wazzani, Kfar Chouba y las llanuras agrícolas de Marjayoun. Estas áreas están ubicadas cerca de la línea azul, la frontera técnica entre el Líbano e Israel. Israel justifica estos ataques afirmando que se habían detectado movimientos sospechosos en la región. Las autoridades israelíes mencionaron la presencia de vehículos que transportaban a personas a las que calificaron de “sospechosas”, sin aportar pruebas tangibles. Hasta el momento no se ha registrado ninguna reacción oficial de Hezbolá ante estas acusaciones.
El contraste entre Líbano e Israel: un retorno imposible para los israelíes desplazados
Mientras los civiles libaneses, a pesar de las advertencias israelíes, comienzan a regresar tímidamente a sus aldeas destruidas, su propio gobierno sigue prohibiendo a los israelíes desplazados de las zonas fronterizas regresar. Esta situación alimenta la percepción en Israel de que el alto el fuego ha proporcionado una ventaja estratégica a Hezbolá. La decisión israelí de retrasar el regreso de los residentes fronterizos, oficialmente por razones de seguridad, refuerza la impresión de una gestión asimétrica de la situación posterior al alto el fuego. Muchos analistas israelíes señalan este contraste como un signo de debilidad, sobre todo porque la presencia del ejército israelí en determinadas zonas fronterizas libanesas todavía se percibe como precaria.
En Israel, esta incapacidad para asegurar las zonas fronterizas, combinada con la necesidad de imponer restricciones a los civiles israelíes desplazados, está exacerbando las críticas al gobierno de Netanyahu. Muchos ciudadanos y líderes políticos creen que esta situación refleja un fracaso en la gestión del conflicto.
Rechazo a la tregua por parte de una mayoría de israelíes
La tregua concluida con Hezbollah está lejos de ser unánime entre la población israelí. La mayoría de los israelíes consideran que este acuerdo es una concesión inaceptable, vista como una victoria simbólica de Hezbollah después de más de un año de combates. Según las encuestas realizadas por los medios locales, muchos israelíes creen que este alto el fuego fortalece políticamente a Hezbolá y debilita la posición israelí al dar la impresión de que el Estado judío cede ante la presión internacional. Esta percepción podría tener repercusiones en el gobierno de Benjamín Netanyahu, ya debilitado por las críticas a su gestión del conflicto. Los partidos de oposición se apresuraron a denunciar esta tregua como un error estratégico, subrayando que permite a Hezbollah reposicionarse y rearmarse.
Viajar imposible para los civiles libaneses
El alto el fuego había generado esperanzas de un regreso gradual de los civiles libaneses a sus aldeas después de meses de desplazamiento forzado. Sin embargo, la situación sobre el terreno complica estas perspectivas. El ejército israelí pidió explícitamente a los libaneses desplazados que no regresaran por razones de seguridad. Según testimonios recogidos in situ, los ataques israelíes y los intensos sobrevuelos aéreos hacen arriesgado cualquier intento de retorno. Las familias desplazadas, en particular las que viven en campamentos temporales o con familiares, informan que temen por su seguridad, incluso en zonas alejadas de la frontera. Sin embargo, algunos libaneses desplazados han comenzado a dar el paso, intentando regresar para comprobar el estado de sus hogares o recuperar sus pertenencias, en marcado contraste con la situación en el lado israelí.
La fuerza aérea israelí mantiene la presión
Paralelamente a los ataques terrestres, los aviones israelíes siguen sobrevolando masivamente el sur del Líbano, una práctica que el Líbano percibe como una violación flagrante de su soberanía. También se han desplegado drones de vigilancia en la zona, lo que ha aumentado la tensión entre los residentes. Estas actividades se observaron en varias localidades fronterizas, incluidas aquellas que sufrieron bombardeos. Estos sobrevuelos refuerzan la percepción de que, a pesar del acuerdo, Israel busca mantener una presión constante sobre las zonas bajo la influencia de Hezbollah.
Acusaciones mutuas de violar el acuerdo
Israel ha dicho que sus acciones tienen como objetivo prevenir cualquier posible ataque de Hezbolá. Según una declaración militar israelí, los movimientos sospechosos detectados en las zonas objetivo justificaron los ataques, aunque técnicamente estaban prohibidos por los términos del alto el fuego. Por su parte, el Líbano, apoyado por fuentes locales, acusó a Israel de violar este acuerdo desde el principio. Hezbollah, un actor clave en el conflicto, anunció que sus fuerzas estaban monitoreando de cerca los movimientos israelíes y estaban listas para responder a cualquier agresión adicional. En un comunicado difundido por sus medios, el grupo afirmó que sus combatientes seguían “totalmente equipados para defender el Líbano y satisfacer las aspiraciones del enemigo israelí”.
Un alto el fuego impuesto en un clima de desconfianza
El alto el fuego, aunque recibido como un paso diplomático adelante, algunos analistas lo vieron como una medida impuesta más que como un verdadero acuerdo negociado. La presión internacional, en particular de Estados Unidos y Francia, jugó un papel clave en su conclusión, pero los objetivos de las dos partes siguen siendo profundamente divergentes. Israel busca contener la influencia de Hezbolá manteniendo al mismo tiempo el control sobre las zonas fronterizas. Por otra parte, Hezbollah, debilitado por las pérdidas humanas, en particular la muerte de su líder Hassan Nasrallah en un reciente ataque israelí, pretende utilizar esta tregua para reorganizar y fortalecer sus posiciones.
Una región plagada de tensiones estructurales
El sur del Líbano sigue siendo el epicentro de conflictos recurrentes entre Israel y Hezbolá durante décadas. Estos enfrentamientos tienen sus raíces en disputas territoriales, pero también en cuestiones más amplias, en particular las rivalidades regionales entre Irán, el principal partidario de Hezbollah, e Israel. La línea azul, definida por las Naciones Unidas en 2000, nunca ha resuelto las tensiones fronterizas y las violaciones de la soberanía libanesa por parte de Israel siguen siendo frecuentes, según informes de la ONU. A esto se suma la catastrófica situación humanitaria de la población civil, agravada por los desplazamientos masivos y la destrucción de infraestructuras.
Un frágil rayo de esperanza para los civiles
A pesar de la violencia actual, el alto el fuego representa una oportunidad, aunque frágil, de reducir el sufrimiento de las poblaciones civiles. Sin embargo, su éxito dependerá en gran medida de la voluntad de ambas partes de respetar los compromisos asumidos. El regreso de los civiles a sus aldeas y la reconstrucción de las zonas afectadas requerirá no sólo un cumplimiento estricto del acuerdo, sino también una mayor cooperación internacional para evitar una mayor escalada. El desplazamiento de miles de familias, combinado con la persistente inseguridad, corre el riesgo de causar una crisis humanitaria mayor si no se toman medidas concretas rápidamente.
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