Para los sectores de cultivos extensivos, lograr los objetivos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (–22% entre 2015 y 2030) de la estrategia nacional baja en carbono (SNBC) es “técnicamente alcanzable” pero económicamente complejo. Así lo indicó Arvalis el 7 de noviembre de 2024, al presentar la hoja de ruta baja en carbono para los principales sectores agrícolas. Las dos interprofesiones Intercéales (cereales) y Terres Univia (cultivos oleaginosos y proteaginosos) respaldaron esta observación el 26 de noviembre de 2024, durante una rueda de prensa con la prensa.
Costos adicionales y asunción de riesgos
Toda la cuestión radica en cubrir los costos adicionales vinculados a palancas de descarbonización bien identificadas y apoyar la asunción de riesgos que esto representa para los agricultores. “La descarbonización es inversión. Tendremos que poner dinero sobre la mesa”, declara Christophe Büren, representante electo de Intercéales y referente en materia de carbono. Apoyos estatales, iniciativas del sector privado, costes adicionales para los consumidores… Coexisten varias opciones.
El enfoque OleoZE, lanzado por Saipol hace seis años, promueve, por ejemplo, la colza y el girasol con bajas emisiones de carbono mediante una prima pagada a los productores. “Están surgiendo iniciativas por todas partes”, subraya Benjamin Lammert, presidente de Terres Univia. Para él, la cuestión que se plantea a las interprofesiones es la del efecto masa y la aceleración.
“Necesitamos también compromisos fuertes, claros y legibles por parte del Estado”, afirmó Olivier Dauger, representante electo de Intercéales. Y no sólo presupuestal, sino también normativo y regulatorio. » Sin embargo, se dice “sumamente preocupado” ante el presupuesto nulo previsto actualmente en el proyecto de ley de finanzas para 2025 para el plan proteico y la descarbonización.
En cualquier caso, “no habrá transición sin ingresos” para los productores, cree, haciéndose eco de las manifestaciones agrícolas.
No exportar transmisiones
Intercéales y Terres Univia insistieron en la necesidad de mantener la capacidad de producción francesa y no depender de las importaciones, que también son sinónimo de emisiones de GEI en el extranjero. El objetivo, y no el menos importante, es mantener la competitividad de los sectores franceses, mientras que muchos países importantes del panorama agrícola internacional no se comprometen del mismo modo con esta cuestión. Por tanto, “debemos priorizar la soberanía alimentaria, energética y proteica francesa”, declara Christophe Büren.
La importancia de los sectores de cereales bajos en carbono
En cuanto al sector downstream (recogida y transformación), es posible, según los grupos interprofesionales, lograr una reducción del 24% de las emisiones de GEI entre 2015 y 2030, en línea con los objetivos de la estrategia nacional baja en carbono.
Esto movilizaría un conjunto de palancas como la sobriedad y la eficiencia energética, el cambio modal, la optimización de los flujos, pero también la compra de materias primas agrícolas bajas en carbono. Esta última palanca es importante porque el 70% de las emisiones posteriores están vinculadas al “Scop 3”, es decir, a las materias primas agrícolas que compran las empresas. Y lo es más aún cuanto que estos últimos están o estarán obligados a reducir su huella de carbono respecto a la normativa europea.
La importancia del agua
Además de reducir las emisiones, el almacenamiento de carbono en los suelos y el aumento de la producción de biomasa también desempeñan un papel. Sin embargo, “uno de los obstáculos para la producción de biomasa es la disponibilidad de agua”, sostiene Christophe Büren. Por eso, según él, es necesario trabajar en este tema en paralelo.