“Recordad que el guionista del Elíseo mantiene pulsado el botón nuclear y pasad de la comedia a la tragedia”

“Recordad que el guionista del Elíseo mantiene pulsado el botón nuclear y pasad de la comedia a la tragedia”
“Recordad que el guionista del Elíseo mantiene pulsado el botón nuclear y pasad de la comedia a la tragedia”
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Nuestro columnista David Desgouilles analiza las aventuras del Elíseo en el foco del cine cómico. Desde “El abuelo resiste” hasta “Cena de idiotas” pasando por “Cállate”, la realidad a veces va más allá de la ficción… De lo cómico a lo trágico, la línea es delgada, en vericuetos políticos.

Debemos una confesión a los lectores de Marianne. Este verano se planeó una serie –más bien política– desastrosa para entretenerte en la playa cuando abrías tu semanario favorito. Pero la ficción, de la que su devoto ya había escrito la mitad, quedó disuelta. Disuelto con 577 diputados, disuelto con todos los equilibrios políticos inestables, disuelto por una realidad mucho más imaginativa. Porque todavía debemos inclinarnos ante esta realidad. Su imaginación nos supera, nos empuja hacia abajo, nos deprime.

Quería ser artista…

Evidentemente, el mundo real eligió a su guionista, situado en el Elíseo, rue du Faubourg Saint-Honoré, París octavo. Le hubiera gustado ser artista para poder actuar. Le hubiera gustado ser actor, cambiar de piel cada día y poder verse bello en una gran pantalla a color. Fue Arnaud Montebourg quien comparó a su sucesor con Frégoli, el transformista italiano. El ex diputado borgoñón debe decirse hoy que estaba por debajo de la verdad. Macron supera a Frégoli. Se inspira en todo el cine popular francés, pero también en las series políticas modernas.

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