SpaceX y Blue Origin, los dos gigantes espaciales de Musk y Bezos, colaborarán con la NASA para el programa Artemis. La agencia espacial encargó al equipo la tarea de entregar un rover presurizado y un hábitat lunar, pasos cruciales para establecer una presencia humana duradera en la Luna.
Elon Musk y Jeff Bezos por el objetivo de la Luna
La NASA tomó una decisión y, contra todo pronóstico, eligió… ¡ambas cosas! En una decisión estratégica anunciada a mediados de noviembre, la agencia espacial estadounidense confirmó que confiaría misiones lunares cruciales tanto a SpaceX, la empresa de Elon Musk, como a Blue Origin, la de Jeff Bezos. Lejos de una competencia feroz, se trata de una colaboración forzosa que se perfila para la conquista de nuestro satélite natural.
El objetivo declarado es claro: establecer una presencia humana duradera en la Luna para finales de la próxima década. Para lograrlo, la NASA necesita soluciones sólidas y diversas para transportar equipos pesados y voluminosos a la superficie lunar. Es en este contexto donde cae la elección de confiar en los dos gigantes de lo que llamamos “Nuevo Espacio”.
Este doble contrato es una continuación del programa Artemis, cuyo objetivo es enviar astronautas de regreso a la Luna por primera vez desde el final del programa Apolo. Si SpaceX y Blue Origin ya habían sido seleccionados para el desarrollo de módulos de aterrizaje tripulados, la NASA quería ampliar su alcance a la logística pesada. La agencia espacial también se anticipó a esta necesidad a partir de 2023, pidiendo a las dos empresas que diseñaran versiones de carga de sus dispositivos de alunizaje.
Tener dos proveedores de módulos de aterrizaje lunar con diferentes enfoques para las capacidades de aterrizaje de tripulación y carga proporciona flexibilidad a la misión y al mismo tiempo garantiza una cadencia constante de aterrizajes lunares para continuos descubrimientos y oportunidades científicas.
Esto es lo que dijo Stephen D. Creech
administrador adjunto asociado para asuntos técnicos en la Oficina del Programa Luna-Marte de la NASA. Una estrategia de diversificación que tiene como objetivo minimizar los riesgos y maximizar las posibilidades de éxito.
¿Una colaboración real entre enemigos?
En concreto, SpaceX se encargará de transportar un rover presurizado desarrollado por la agencia espacial japonesa (JAXA) previsto para 2032, en apoyo de las misiones posteriores a Artemis 6. Este rover, una auténtica estación móvil, permitirá a los astronautas explorar la superficie lunar durante más tiempo. distancias y en un ambiente protegido.
Por su parte, Blue Origin será la encargada de entregar un hábitat lunar en 2033. Este módulo, auténtica primera piedra de una base lunar permanente, constituirá un elemento esencial para la supervivencia y el trabajo de los futuros residentes lunares.
Aunque la colaboración es esencial, persiste cierta competencia. Cada empresa deberá demostrar la fiabilidad y eficacia de su tecnología. La realización de estas misiones de carga será decisiva para futuras adjudicaciones de contratos, especialmente para futuras misiones tripuladas.
Esta decisión de la NASA refleja una evolución significativa en el enfoque de la exploración espacial. La agencia depende cada vez más del sector privado, estimulando la innovación y la competencia mientras comparte costos y riesgos. Una asociación público-privada que bien podría redefinir los contornos de la conquista espacial. Porque hoy los gobiernos ya no pueden prescindir de las empresas espaciales privadas.
Más allá de la Luna, estas misiones de carga también servirán como banco de pruebas para futuras misiones a Marte. La NASA considera el programa Artemis como un paso crucial en la preparación para la exploración del Planeta Rojo. Las tecnologías desarrolladas para la Luna, ya sean módulos de aterrizaje, vehículos exploradores presurizados o hábitats, se adaptarán y mejorarán para los desafíos marcianos.
Este doble contrato con SpaceX y Blue Origin marca, por tanto, un punto de inflexión en la carrera espacial. Está surgiendo una nueva era en la que la colaboración y la competencia se entrelazan para ampliar los límites de la exploración humana. Queda por ver si esta audaz estrategia dará frutos y permitirá a la humanidad establecerse permanentemente en la Luna y, algún día, en Marte. El futuro nos lo dirá.