Es una declaración sorprendente y bastante contraintuitiva: Tsai Ing-wen, ex presidenta de Taiwán, pidió ayer a los estadounidenses que dieran prioridad a las entregas de armas a Ucrania en lugar de a su propio país, aún amenazado por China. Explicación: cree que la resistencia de Ucrania a la invasión rusa sirve como elemento disuasorio para China en sus planes sobre Taiwán, mientras que un colapso podría alentar a Beijing a tomar medidas.
El razonamiento no es nuevo: mucho se ha dicho que la debacle de la retirada estadounidense de Kabul, el 15 de agosto de 2021, podría haber alentado a Vladimir Putin en su decisión de invadir Ucrania seis meses después.
Los taiwaneses han estado observando la guerra en Ucrania desde el principio, tanto militar como políticamente. Pero es la primera vez que una personalidad así – la ex presidenta tiene libertad de expresión que su sucesor no tiene – evoca así las consecuencias para Asia de un posible abandono de Ucrania por parte de los Estados Unidos, que implica el futuro. administración Trump.
Tsai respondía a un comentario del comandante estadounidense para la región del Indo-Pacífico, el almirante Samuel Paparo, quien advirtió que los envíos de armas a Ucrania corrían el riesgo de poner en peligro la posición de Estados Unidos ante un posible conflicto en Asia. Para Tsai Ing-wen, la mejor defensa contra China, puesto que de eso se trata, ¡es ayudar a Ucrania!
Tsai Ing-wen se dirige a los funcionarios republicanos electos que se preparan para llegar al poder en Washington. Sabe que la causa de Taiwán cuenta con un fuerte apoyo bipartidista en el Congreso, pero que Donald Trump tiene una posición hostil sobre Ucrania y una posición ambigua sobre Taiwán. Señala a los futuros amos en Washington que es la credibilidad de la disuasión estadounidense lo que está en juego en estos dos puntos conflictivos; que Estados Unidos tiene mucho que perder en otras partes del mundo si abandona Ucrania en manos de Rusia, el socio de China y el objeto de todas las obsesiones estadounidenses.
Este no es el único ejemplo de conexión entre conflictos. Recientemente vimos la llegada de un contingente norcoreano ante la incursión ucraniana en territorio ruso. Aquí ahora, al parecer, están los auxiliares yemeníes y nepaleses del ejército ruso.
El “Financial Times” informó ayer que los hutíes de Yemen, aliados de Irán, a quienes vimos trabajando usando misiles contra la navegación en el Mar Rojo, fueron reclutados por Moscú. Se sienten atraídos por la perspectiva de un trabajo y se encuentran en el ejército, lo que impide a Vladimir Putin decretar una movilización general que sería impopular en Rusia.
Rusia también ha construido en su territorio dos fábricas iraníes de drones Shahed, que se envían inmediatamente a Ucrania. Este fin de semana se llevaron a cabo unos 500 disparos, en su mayoría de Shaheds, contra ciudades ucranianas.
Estas conexiones entre las principales zonas de conflicto pueden ser materiales, como entre Irán y Rusia, o políticas, como en el caso de Taiwán. En cualquier caso, demuestran que un mal cálculo en un conflicto puede tener repercusiones en otro continente. La futura administración Trump ha sido advertida.