En Togo, los radares de control de velocidad están apareciendo en nuestras carreteras. Una solución prevista por el gobierno para, supuestamente, reducir los accidentes de tráfico.
Desde el uso obligatorio del casco hasta los límites de velocidad, pasando por el control sistemático de los espejos y el despliegue de agentes del Departamento de Seguridad Vial (DSR) en nuestras carreteras, el gobierno ha pensado ahora en instalar radares de velocidad. Estos radares están actualmente instalados en determinadas arterias de la ciudad de Lomé.
Hace un mes, un usuario fue multado por pasarse un semáforo en rojo, pocos días después de la infracción. El hermano del usuario en cuestión dio el testimonio en TikTok, invitando a otros usuarios a tener cuidado y respetar los códigos de tránsito.
La idea de instalar radares en nuestras carreteras no es baladí, merece ser bienvenida. Pero en un país donde el estado de las carreteras deja mucho que desear y donde en algunos carriles faltan semáforos o están constantemente rotos, esta iniciativa roza lo ridículo y plantea cuestiones legítimas. ¿Cómo podemos garantizar la eficacia de los radares cuando la infraestructura básica no se mantiene adecuadamente?
Como siempre en Togo, vemos surgir iniciativas que no tienen en cuenta la realidad. Es crucial que el gobierno no sólo se centre en soluciones tecnológicas como los radares, sino también en mejorar fundamentalmente la infraestructura vial para garantizar la seguridad de los usuarios de la vía de manera consistente y confiable.
