Dedo medio a quienes no pueden ver un cuerpo imperfecto.

Dedo medio a quienes no pueden ver un cuerpo imperfecto.
Dedo medio a quienes no pueden ver un cuerpo imperfecto.
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Y luego leo la carta “a su cuerpo” que acompaña la foto. Es difícil, especialmente cuando has luchado con tu peso toda tu vida, como yo, no dejarte conmover por la verdad de tus palabras. “No pasa un día en el que no piense en cómo luce mi cuerpo. De mi capullo. De mi sobre exterior. Cada. Maldito. Día.”

¿Por qué mostrarlo? “Me encanta exponer este cuerpo”, escribió. “No hay que alegrarse. Ni para que nosotros como sino normalizarlo. Para demostrarle que tiene su lugar en este complejo universo. Perturbador. Criticado con demasiada frecuencia”.

Normalizar los cuerpos imperfectos, los que tienen la mayoría de los seres humanos, es ciertamente una tarea noble. Los cuerpos perfectos son raros: por eso se inventó Photoshop. Suavizar las asperezas, reducir las cinturas, hacer desaparecer la papada (mi obsesión), cortar la grasa bingo de los brazos viejos succionados por la gravedad maldita, en resumen, hacernos todos idénticos, todos delgados, musculosos donde sea. .Tienes que apoyarte donde sea mejor, la textura de tu piel muy firme y tu mente en paz. Por unos años más.

No, el gesto de Mariana Mazza no es gratuito. Este es el epítome de la fuerza en la vulnerabilidad. Con una lucidez a la vez violenta y benevolente. Con un puñetazo en la cara a quienes juzgan -seamos serios, lo hacemos todos- estos cuerpos que la naturaleza nos ha regalado para la vida.

Puedes perder peso o ganar peso si te encuentras demasiado delgado. Utilizar un bisturí o un láser para corregir imperfecciones que muchas veces son invisibles para los demás pero que nuestro cuerpo original queda grabado en nuestra mente. Las personas gordas –no tengamos miedo de la palabra– que adelgazan a menudo siguen comprando ropa que les ha quedado demasiado grande, incapaces de verse tal y como son.

Sí, el cuerpo también es un estado de ánimo y eso es lo que Mariana Mazza nos hace entender.

¿Pero hay un límite para aceptarte a ti mismo? ¿Pecan las personas obesas, como la cantante Lizzo, al predicar la autoaceptación incluso cuando el sobrepeso extremo socava la salud y pone en peligro la vida? No, dicen los expertosestudios de grasas» (no existe traducción francesa para este término “académico”) que se imparten en determinadas universidades norteamericanas y que llegan incluso a asociar peso, racismo y colonialismo. Cualquier crítica al peso sería malsana, dicen, llegando incluso a comparar la lucha por los derechos LGBTQ con la lucha contra la gordofobia, la discriminación contra los cuerpos marginados. La aceptación del peso, sea cual sea, se ha convertido en un tema”desperté“. Algunos incluso llegan a comparar la pérdida de peso y la eugenesia, esa peligrosa pseudociencia que pretende mejorar la raza humana.

Mariana Mazza no tiene obesidad mórbida. Ella está, digamos, envuelta, deliciosa. Ella no promueve los “grandes infinitos” (la expresión inglesa infinito describe en lenguaje universitario a quienes usan talla 34 o más). No conozco su opinión al respecto, pero estoy seguro de que habla ante todo en nombre de la mayoría de los seres humanos, pobres pequeñas – o grandes – criaturas imperfectas que somos.

Por mi parte, creo que el movimiento de aceptación del cuerpo va demasiado lejos. La obesidad mórbida, la real, es una patología grave. No decimos morbo por nada. Y no solo. También es un obstáculo para la higiene personal diaria, la movilidad y el bienestar físico y mental. Malestar permanente. Sufrimiento real.

La periodista y autora Geneviève St-Germain escribió una vez: “No conozco a ninguna persona gorda que sea feliz”.

Recuerdo que sus palabras me conmovieron fuertemente, porque en ese momento yo estaba atravesando una fase de aceptación feliz y dichosa de mi cuerpo. Pero creo que ella tenía razón.

Sobre su cuerpo, Mariana Mazza escribe: “Algunos días me molesta. Otros días me mira con su mirada traviesa. Peor aún si a veces resuena demasiado fuerte. Este es el que me prestaron para mis años de vida. Tengo un contrato limitado con él. Y un día será enterrado con todos los demás. Terminará en el mismo lugar. Pero por ahora existe”.

Mariana Mazza no promete nada: toma nota y nos invita a hacer un gran para ti a aquellos cuya visión de un cuerpo imperfecto los vuelve locos.

Gracias por este recordatorio existencial.

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