No se ha establecido la responsabilidad de estos dos incidentes. Pero varios líderes europeos lo ven como un posible nuevo episodio de una ola de sabotaje y consideran que las pistas apuntan hacia Moscú.
¿Rusia está detrás de la rotura de dos cables de telecomunicaciones en menos de 48 horas en el Mar Báltico? Moscú negó cualquier implicación el miércoles 20 de noviembre, pero las dudas siguen rondando en otras partes de Europa. El domingo se informó de daños en un cable que une Suecia y Lituania, y luego en otra infraestructura entre Finlandia y Alemania el lunes. Aunque las investigaciones están en marcha, varios líderes europeos no se hicieron esperar para plantear la posibilidad de sabotaje y la posible responsabilidad del régimen de Vladimir Putin.
“Nadie cree que estos cables hayan sido cortados por accidente. (…) Tenemos que asumir (…) que se trata de una cuestión de sabotaje”afirmó el martes el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius. “Situaciones de este tipo deben evaluarse teniendo en cuenta la creciente amenaza que supone Rusia en nuestro vecindario”estimaron los ministros de Defensa de Suecia y Lituania.
Del lado finlandés estamos siendo más cuidadosos. El servicio de seguridad e inteligencia del país recordó que “Cada año se producen 200 roturas de cables submarinos en todo el mundo”y que pueden vincularse a “actividad humana, como pescar o fondear”. Tampoco se puede descartar la hipótesis meteorológica. Pero según los medios finlandeses y suecos, un barco chino, el Yi Peng 3que salió del Mar Báltico a primera hora del martes tras pasar por un puerto ruso, se sospecha que ha desempeñado un papel en ambos incidentes.
Si bien es necesario actuar con cautela, este episodio reaviva las preocupaciones en torno a la guerra en Ucrania y sus consecuencias para el resto de Europa. El lunes por la tarde, las ministras de Asuntos Exteriores de Alemania y Finlandia, Annalena Baerbock y Elina Valtonen, advirtieron que la seguridad del continente estaba en peligro. “no sólo amenazada por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, sino también por guerras híbridas emprendidas por actores maliciosos”.
Desde la invasión de Ucrania en 2022, los países europeos han utilizado cada vez más este término para describir acciones destinadas a perjudicarles llevadas a cabo, según ellos, por Moscú. La “guerra híbrida” se refiere al uso, contra los adversarios, de actividades más subversivas que las operaciones militares convencionales, como el sabotaje, asesinatos políticos, espionaje, ciberataques, injerencias electorales e incluso desinformación. Estos medios de acción “traen en bandeja la posibilidad de una negación plausible y a menudo dejan pocas pruebas que establezcan su culpabilidad”.resume Arsalan Bilal, investigador del Centro de Estudios para la Paz de la Universidad Ártica Noruega, en el Revisión de la OTAN.
La duda sobre la responsabilidad de Rusia en la rotura de los dos cables en el Mar Báltico es el reflejo mismo de los objetivos de una guerra proteica. “Los daños a los cables serían coherentes con las técnicas rusas y su forma híbrida de actuar. analiza Elisabeth Braw, investigadora de un grupo de expertos estadounidense, el Atlantic Council, entrevistado por El Express. “Más El objetivo de una operación de este tipo es, evidentemente, que es difícil de atribuir”. El miércoles, el Kremlin dictaminó “cómico” y “absurdo” acusar a Rusia.
Elisabeth Braw, esta vez entrevistada por El mundoconsidera que un accidente es “extremadamente improbable”, en cuanto a la simultaneidad de los dos eventos en la misma zona. Según este especialista en amenazas híbridas, si Rusia es realmente la causa de estas roturas de cables, su objetivo no es cortar a las poblaciones afectadas sus medios de comunicación, “sino mostrar la propia capacidad de actuar, de hacer daño”. “Un país que utiliza estas técnicas quiere ejercer presión y sembrar dudas en las mentes de aquellos a quienes ataca”. ella agrega.
Mientras Vladimir Putin presenta regularmente a Estados Unidos y Europa como sus enemigos, Arsalan Bilal considera que la guerra híbrida es “a necesidad estratégica” para Moscú debido a una “manifiesta asimetría de poder”. Le permite “reducir, o incluso compensar”un desequilibrio de “presupuesto” y de “tecnologías militares“.
Desde el lanzamiento de la ofensiva rusa contra Ucrania en febrero de 2022, los incidentes sospechosos han aumentado en torno al Mar Báltico y el Mar del Norte. Los daños que provocaron el cierre del gasoducto Balticconnector, que une Finlandia y Estonia, siguen siendo un enigma un año después. Los investigadores finlandeses sospechan desde hace mucho tiempo que se produjo un shock con el ancla de un buque portacontenedores chino, el Nuevo nuevo Oso Polar. Un cable submarino de telecomunicaciones entre Suecia y Estonia resultó dañado el mismo mes, en octubre de 2023, por “una fuerza externa” o un “manipulación”según Estocolmo.
En la dirección opuesta, Rusia también se enfrentó a un espectacular sabotaje, el del gasoducto Nord Stream que la conectaba con Alemania, en septiembre de 2022. También en este caso se había considerado una implicación de Moscú. Peroellos años después, en agosto, El Wall Street Journal implicó al ex jefe de gabinete ucraniano en este asunto, una acusación descrita como “absoluta tontería” a través de Kyiv. La justicia alemana ha emitido una orden de detención europea contra un instructor de buceo ucraniano sospechoso de estar implicado.
lLas perturbaciones en las señales GPS también se han intensificado en esta región estratégica. En abril, Estonia, Letonia y Lituania acusaron a Moscú de ser responsable de interferencias generalizadas que aumentan el riesgo de accidentes aéreos. La compañía finlandesa Finnair incluso suspendió sus vuelos a Tartu (Estonia) durante un mes a causa de esta intromisión, descrita por el ministro estonio de Asuntos Exteriores “Ataque híbrido ruso”.
Para responder a esta amenaza, el ejército británico anunció en agosto la construcción de una instalación presentada como una de las más grandes de Europa, destinada a preparar sus equipos ante el riesgo de interferencia de la señal GPS.
Rusia también ha sido acusada de utilizar sus barcos para realizar actividades de espionaje en aguas del norte de Europa. En agosto también se observaron sobrevuelos de drones en Brunsbüttel (Alemania), no lejos de las costas del Mar del Norte. El Ministro de Asuntos Exteriores alemán sugirió que esta vigilancia ilegal estaba relacionada con la presencia de un parque químico y un depósito de residuos nucleares en las cercanías, y la fiscalía local abrió una investigación por “espionaje con fines de sabotaje”.