El 19 de noviembre, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva clausuró oficialmente la cumbre del Grupo de los Veinte (G20) entregando la antorcha presidencial al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa.
En su discurso, Lula subrayó la importancia de este momento, recordando que, por primera vez, cada miembro del G20 habrá ocupado la presidencia al menos una vez.
“Después de la presidencia sudafricana, todos los países del G20 habrán ocupado el liderazgo del grupo al menos una vez. Este será un momento oportuno para evaluar el papel que hemos desempeñado hasta ahora y determinar cómo debemos actuar en el futuro”. dijo, enfatizando la necesidad de una reflexión colectiva sobre las acciones futuras del grupo.
La cumbre permitió a las 20 principales economías del mundo emitir una declaración conjunta centrada en los principales problemas globales. Este documento pide en particular un pacto global contra el hambre, una mayor ayuda para Gaza y el fin de la guerra en Ucrania. También menciona propuestas para un futuro impuesto global a los multimillonarios y la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, el texto fue criticado por su falta de medidas concretas y no logró un apoyo unánime, expresando Argentina reservas sobre ciertos puntos.
Al entregar simbólicamente el mazo de la presidencia al presidente Ramaphosa, Lula da Silva subrayó la importancia histórica de este traspaso. **“Tenemos la responsabilidad de hacerlo mejor. Con esta esperanza paso el mazo de la presidencia del G20 al Presidente Ramaphosa. No se trata de un simple traspaso de la Presidencia: es la expresión Presentación concreta de los vínculos históricos, económicos, sociales y culturales que unen a América Latina y África”.,** dijo.
Para Sudáfrica, esta presidencia representa una oportunidad única para resaltar las prioridades del continente en el escenario internacional. De acuerdo con la Agenda 2063 de la Unión Africana, Pretoria pretende centrar sus esfuerzos en combatir la desigualdad, desarrollar infraestructura y reformar las instituciones globales. Sudáfrica también planea abordar múltiples crisis, como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la energía, que afectan desproporcionadamente a las naciones en desarrollo.
Esta presidencia marca un paso crucial para el G20, cuya reciente integración de la Unión Africana como miembro permanente refleja el creciente reconocimiento del papel de África en los asuntos mundiales.