Varios cientos de tractores franceses y alemanes bloquearon el lunes el puente de Europa, que conecta la ciudad de Estrasburgo con Alemania. Sobre el Rin, representantes de los sindicatos agrícolas franceses y alemanes se unieron en un abrazo simbólico al son de las bocinas. “Siempre juntos”aseguraron, todo sonrisas, los agricultores alemanes a sus colegas franceses con un entusiasta apretón de manos. Después del anochecer, el puente seguía cerrado al tráfico.
“Cuando comencé mi carrera en 1990, prohibimos el uso de hormonas de crecimiento en la producción de carne de engorde en Francia”recuerda Gérard Lorber, secretario general de la FDSEA del Bajo Rin. “A lo largo de mi carrera he seguido estas reglas, pero en los países del Mercosur con los que nos quieren hacer competir siguen usando estas hormonas”denuncia.
Para el gremio departamental, la movilización tiene un sabor amargo, luego de las manifestaciones de principios de año. “Durante nuestra movilización nacional, nos dijimos que la Unión Europea había comprendido que debía proteger a sus agricultores, y nos damos cuenta de que hoy, por fin, la agricultura está en el altar del sacrificio »lamenta Yohann Lecoustey, director de la FDSEA del Bajo Rin. “Es una locura delegar temas tan fundamentales como la alimentación en terceros países”está indignado.
Después de una hora de ida y vuelta en el puente, los agricultores franceses y alemanes se reunieron alrededor de una hoguera en el lado francés. “Nos parecía lógico luchar junto a los agricultores franceses, ya que nuestros objetivos son los mismos”subraya Horst Körkel, representante del sindicato agrícola alemán BLHV, a la Agence France-Presse.
“Estamos sujetos a las mismas regulaciones y todos tememos por el futuro, por eso era obvio unir nuestras voces, esperando que esto dé más eco a nuestras demandas”añade. “Esperamos que el Parlamento Europeo reflexione y establezca reglas de producción justas para nosotros frente a América Latina”apoya a Alexander Heitz, de 31 años, representante de la asociación agrícola alemana de Baden. “Tal como está, el tratado es injusto y corre el riesgo de ponernos en peligro como productores”está alarmado por este ganadero de Kehl, justo enfrente de Estrasburgo.