Francia y la Unión Europea (UE) suelen enorgullecerse de ser buenos estudiantes en la lucha contra el cambio climático, gracias a sus políticas proactivas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), incluso si estos esfuerzos siguen siendo insuficientes.
Un informe hecho público el lunes 18 de noviembre por la consultora Carbone 4 y la Fundación Europea para el Clima (ECF), consultados por El mundodestaca un punto ciego en el compromiso de luchar contra el calentamiento global: las emisiones vinculadas al comercio internacional siguen aumentando.
Tradicionalmente, las emisiones de GEI de un país se calculan en función de la producción de bienes y servicios dentro de su territorio. Este enfoque pasa por alto una pregunta crucial: ¿a quién están destinados estos bienes? Por ejemplo, todas las emisiones inducidas por la fabricación en China de un microprocesador que se venderá en Francia se contabilizan actualmente en emisiones chinas. Por lo tanto, este cálculo “por inventario” minimiza la responsabilidad de los países importadores.
Así, una cuarta parte de las emisiones globales son “importadas”, es decir producidas por los países para satisfacer la demanda de otros países. Un tema que muchas veces se deja de lado en las negociaciones climáticas porque afecta a la competitividad: “Durante la COP21, varios participantes, incluida la UE, tenían el mandato de negociación de no tomar ninguna medida que pudiera frenar el desarrollo del comercio mundial”escriben los autores del informe, Richard Baron, Samuel Leré (ECF), César Dugast y Pierre Maquet (Carbone 4).
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Este año, los representantes del G20, reunidos en Bakú para el 29mi Conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima (COP29), “sin embargo, reconocer el derecho a regular, incluso con fines ambientales, en esta cuestión de comercio y desarrollo sostenible”sostiene Richard Baron, director del programa de comercio internacional de ECF.
Ajustar las emisiones al consumo final
El enfoque de consumo final, también llamado huella de carbono, ajusta las emisiones por país según su comercio. El análisis de los vinculados a las importaciones permite saber si un país que, en apariencia, está avanzando en términos de descarbonización, en realidad no depende de las cadenas de suministro altamente emisoras de sus socios comerciales.
“Los europeos podremos descarbonizar nuestro territorio, pero seguimos provocando emisiones en otros países [par] nuestro consumo »señala César Dugast, codirector de la división de debate público de Carbone 4.
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