Represas y puentes, sin duda, pero sobre todo sondeos y alarmas: un mes después de las grandes inundaciones en el centro-este, todos los actores subrayan que ninguna planificación territorial protegerá a las poblaciones con tanta eficacia como un sistema de alerta eficaz.
“Siempre recalcamos este mensaje: podemos trabajar, pero no eliminar el riesgo”subraya Betty Cachot, directora del sindicato fluvial Brévenne-Turdine (Ródano).
Desde 2006, su sindicato ha llevado a cabo numerosas obras en estos dos ríos que cruzan los Montes del Lyonnais. Presentados como modelos en materia de prevención de inundaciones, recibieron la visita a finales de octubre del Primer Ministro Michel Barnier.
En el río Turdine se han instalado dos presas de control de inundaciones, similares a pequeños puentes. “Cuando el río fluye normalmente, pasa por debajo. En cuanto empieza a crecer, el agua se retiene” según un sistema “embudo”explica la señora Cachot. “Te da tiempo para evacuar” las poblaciones, “Procurar contener completamente la inundación”.
El lecho del Brévenne ha visto sus viejos diques eliminados. “Estamos devolviendo el máximo espacio posible al río” para que pueda crecer sin desbordar las zonas habitables, explica Cachot.
“Sigue siendo ingeniería, pero basada en la naturaleza”explica Valérie November, investigadora del CNRS, para quien las grandes obras, por el contrario, pueden resultar contraproducentes en “mover el problema”como los diques que crean erosión y aumentan los riesgos aguas abajo.
Multiplicación del riesgo
De los 16,8 millones de franceses que viven en zonas inundables en un escenario de inundaciones extremas en la Francia continental, 2,5 millones viven en Auvernia-Ródano-Alpes, según estimaciones de la Dirección Regional de Medio Ambiente, Planificación y Vivienda (Dreal).
De hecho, la cuenca Ródano-Mediterránea se enfrenta a inundaciones en invierno (ligadas a largos períodos de lluvia), en primavera (lluvias y deshielo), así como a episodios de precipitaciones intensas y más puntuales, como los acontecimientos de las Cevenas.
“Ninguna parte de la cuenca está completamente protegida del riesgo de inundaciones”señala Hervé Piégay, director de investigación del CNRS.
En las zonas urbanas, además de los ríos desbordados, el agua se escurre por superficies artificiales y fluye rápidamente río abajo, amplificando los picos de inundaciones.
“En Lyon existe toda una historia de impermeabilización”indica el geógrafo. “Ahora estamos intentando reabrir el asfalto siempre que sea posible, para favorecer los fenómenos de infiltración” e instalar estanques de retención para almacenar agua.
Desde hace 50 años, subraya el investigador de la ENS, “tendíamos a aumentar nuestra vulnerabilidad” construyendo cada vez más cerca de las vías fluviales, pensando que están protegidas por los desarrollos. Pero cuando estas obras resultan insuficientes, el daño es desastroso.
“Privado”
Se diseñan diferentes disposiciones para distintos niveles de inundación, explica Thomas Adeline, consultor experto en prevención de inundaciones: los puentes están diseñados generalmente para contener inundaciones de treinta años (que tienen una probabilidad entre treinta de ocurrir en un año), los planes de planificación urbana para resistir inundaciones de 100 años.
Cuando superan estos umbrales, “estamos bastante desposeídos”resume Piégay.
En ese tiempo, “la única cuestión es pronosticar y advertir”dice, es decir contar con servicios meteorológicos eficientes y un sistema para alertar a la población, minimizar los daños y salvar vidas.
En Valencia, España, donde más de 220 personas murieron en las inundaciones del 29 de octubre, las autoridades también fueron acusadas de retrasar el envío de un mensaje de alerta a la población.
Pero el cambio climático, que hace que las precipitaciones sean más intensas e impredecibles, complica la misión de quienes deben anticipar los riesgos. “No sabemos cómo modelar cómo será una inundación de 100 años dentro de 40 años”informa Romaric Vallaud de Dreal.
En la cuenca de Brévenne Turdine, la unión fluvial ha instalado pequeños radares que miden la altura del agua en tiempo real y garantiza que la población sea consciente del riesgo, en particular mediante talleres de sensibilización.
“En cierto modo, creo que tuvimos suerte de tener inundaciones” en el pasado, reconoce Cachot, porque cuando hablamos de proyectos a los residentes locales “No cuestionan que sea útil, lo recuerdan”.