Con la llegada de la tercera alternancia, hay una inmensa esperanza para la consolidación de nuestras finanzas públicas. La malversación y la malversación de fondos se habían convertido en algo común. Las nuevas autoridades, en su afán de ruptura, lanzaron el famoso “Jub, Jubal, Jubanti”. Es en este contexto que nació el concepto de “denunciante”. ¿Qué pasa con eso?
Según los diccionarios de la lengua francesa, la denuncia es una forma de denuncia que obedece a motivaciones despreciables. Aparte del hecho de que la aplicación del término “despreciable” puede variar ampliamente según el punto de vista de cada uno, hay casos en los que evaluar la motivación de un individuo en términos que la condenen o aprueben es relativamente imposible.
adjunto a la denuncia no está presente en la etimología de la palabra. Este proviene del término latino delator, que comenzaba designando a un acusador -sin otra calificación- y cuyo significado se fusionó durante el Renacimiento con el de “cronista” -aquel que relata los hechos-, por lo que debemos ir más allá de la definición léxica actual. de denuncia y empezar por distinguirla de lo que no es, antes de dibujar sus figuras.
La denuncia es sólo una de las especies de denuncia, que incluye varias otras de las que hay que diferenciarla. La víctima es la fuente más común de denuncia, y no sólo en lo que respecta a la justicia penal.
También reconocemos el derecho de la víctima a denunciar a su agresor y esta denuncia no conlleva ningún oprobio. El denunciante se distingue de la víctima en este aspecto: el daño sufrido no suele ser el motor de la denuncia.
A decir verdad, las formas de denuncia son innumerables. La investigación sobre el tema me llevó a cinco figuras principales: el cliché, la fuente ocasional, la fuente habitual, el testigo protegido y finalmente el denunciante.
Uno: el cliché, ¿qué es el cliché? En el bestiario mitológico, el delator es el cuervo. El “cuervo” envía cartas anónimas dirigidas a los vecinos de un pueblo. Sin embargo, podemos afirmar que los cuervos casi nunca dirigen sus denuncias a miembros seleccionados de una comunidad con el objetivo de desestabilizarla. Reservan sus comunicaciones para la policía, las autoridades administrativas o las autoridades privadas, a menudo tratando de ajustar cuentas. No es la policía quien recibe el mayor número de denuncias anónimas, sino las autoridades fiscales. ¡Sí, el recaudador de impuestos!
Dos: La fuente ocasional, ¿cuál es? Todo se reduce a cualquiera que hable con la policía para proporcionar información. Para la policía, esta persona es una “fuente”. Esta designación es muy amplia y originalmente se extiende a las distintas personas que proporcionan información a la policía, aunque sea de forma episódica.
En su sentido más técnico, la fuente ocasional es una persona que informa repetidamente a la policía, sin que por ello su relación con ella esté estructurada por un conjunto de obligaciones recíprocas. Podría ser un jubilado que alivia su aburrimiento comentando espontáneamente la evolución de la moral del barrio con un vecino o una prostituta que se ve obligada a informar a la policía para evitar problemas con ella.
Tres: La fuente regular, ¿qué entendemos por fuente regular? Este es el primer caso de denuncia. Lo llamamos con varios nombres: soplón, informante, informante, equilibrador, cafeteur, doulos. A diferencia de la opinión pública, el indicador señala a las personas en lugar de proporcionar información sobre situaciones: la fuerza del enemigo, el despliegue de sus tropas, etc. La característica esencial del chivato es que resulta del establecimiento de un vínculo estrecho y duradero entre el informante y su controlador policial.
Cuarto: El “testigo protegido”. ¿Qué significa testigo protegido? El “testigo protegido” constituye el segundo gran caso de denuncia. También en este caso nos referimos a él con varios nombres, como “arrepentido” o “denunciante”.
El “denunciante” en este sentido específico tiene una gran cantidad de rasgos en común con el delator, con una diferencia esencial: acepta testificar en público contra aquellos a quienes ha denunciado. Como las pruebas de la acusación en estos casos se basan en el testimonio del informante, este último testifica bajo alta protección. Esta protección es tanto más necesaria cuanto que el testigo protegido se entrega frecuentemente a la policía porque está convencido de que sus cómplices quieren deshacerse de él.
Cinco: El denunciante. ¿Qué significado podemos darle? Considerando la etimología del término “whistleblower”, que se refiere a denuncia, el denunciante es efectivamente un informante “day boolé”. En cualquier caso, este es el escenario preferido de las nuevas autoridades, en particular con las autoridades fiscales, pero sobre todo con la corrupción que azota a la administración senegalesa. El fenómeno del “sampe”, con policías y gendarmes en el tráfico rodado, es uno de ellos.
El denunciante es, por tanto, quien se pone del lado de los más débiles -los prisioneros, los pequeños ahorradores- contra la tiranía de los más fuertes -el Estado y sus torturadores-, por ejemplo, y reproduce así la hermosa lucha de David contra Goliat.
Por lo tanto, ¿podemos responder a nuestra pregunta inicial: la denuncia es un acto cívico? Si por cívico entendemos cualquier acto que concierne al ciudadano y su papel en la vida política -deberes cívicos, derechos civiles-, podemos, en mi opinión, responder afirmativamente. Si estos actos sólo están orientados al bien de la comunidad cuyo objetivo es mejorar la gestión diaria de nuestro patrimonio común, para que se deshaga de todas las formas de corrupción, sí, ¡la denuncia de irregularidades es efectivamente un acto altamente cívico! ¡Incluso hay que alentarlo y recompensarlo!
Yakhya DIOUF
inspector de educación
primaria jubilada