Jornada nacional de homenaje a los “muertos por Francia” en Indochina, 8 de junio de 2024 – Noticias

Jornada nacional de homenaje a los “muertos por Francia” en Indochina, 8 de junio de 2024 – Noticias
Jornada nacional de homenaje a los “muertos por Francia” en Indochina, 8 de junio de 2024 – Noticias
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Actualizado 06/03/2024

La valentía de los soldados que murieron por Francia en Indochina sigue suscitando nuestra admiración, nuestra gratitud y nuestro reconocimiento.

De 1945 a 1954, desde la agresión provocada por Japón, país aliado de la Alemania nazi, hasta el final de la Guerra de Indochina, estas tierras arrasadas por los monzones vieron morir a soldados franceses. Hoy, reunidos frente a nuestros monumentos conmemorativos de guerra, honramos su memoria.

Recordamos a quienes resistieron a las fuerzas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, esos valientes hombres que lucharon uno contra cinco durante el golpe de Estado del 9 de marzo de 1945, donde murieron más de 2.500 de ellos.

Recordamos a sus sucesores, franceses de Francia continental y de ultramar, miembros de la Legión Extranjera, fusileros africanos, apoyados por combatientes auxiliares vietnamitas, camboyanos y laosianos. Los que aterrizaron en Hanoi y quedaron asombrados. Durante unos días o semanas descubrieron “la ciudad en la curva del río”, la ciudad con una arquitectura ecléctica que podía dar la ilusión de estar en una metrópoli.

Y luego llega el día de la partida, el momento de la reunión, quizás de la última carta, y de la dirección al frente. Luchaban en la selva, en el barro de los arrozales o en los picos de piedra caliza. En estas colinas, en estos valles donde llovió luz y fuego. Bajo una lluvia torrencial o un calor sofocante, descubrieron el “infierno verde” y nunca lo olvidaron. Dejaron allí una parte de sí mismos, cuando no era sólo vida.

Avanzando a pie, con dificultad, en vehículos motorizados o en paracaídas desde las Dakotas de nuestra Fuerza Aérea, lucharon y nunca se dieron por vencidos. En un equilibrio de poder desigual, donde el Ejército Popular de Vietnam podía depender tanto de la geografía como de la población local, nunca cedió nada al enemigo. Ni tierra ni honor.

Y en el escenario apocalíptico de Diên Bien Phu, que sin ser la última batalla decidió el desenlace de la guerra, una esperanza impidió que los combatientes reunidos en las últimas colinas se hundieran. Una figura esbelta vestida de paracaidista, que cuidaba los cuerpos y vendaba las almas. Era Geneviève de Galard, “el ángel de Diên Bien Phu”, que acaba de dejarnos.

Recordamos a estos hombres llenos de coraje y resolución, muchos de ellos voluntarios, que no se doblegaron ante la derrota. Recordamos a los prisioneros, los de Diên Bien Phu y todos los demás, rodeados en un arrozal o capturados en un claro. No habían terminado de sufrir en este país que también amaban tanto.

Heridos, debilitados, cansados, vivieron marchas infernales, cientos de kilómetros a pie, con las carnes expuestas, sus hermanos de armas muertos al margen. Y luego los campos de reeducación, las privaciones, las torturas en cárceles de bambú. Se trataba de campos de un tipo particular, campos sin torres de vigilancia ni alambradas de púas, con pocos guardias, pero donde el idioma, el color de la piel, el entorno y la debilidad de los hombres hacían las fugas quiméricas.

La mayoría de los prisioneros supervivientes, que habían permanecido en los campos durante unos meses, fueron liberados en el verano de 1954, tras la firma de los Acuerdos de Ginebra. Sin embargo, muy pocos de ellos regresaron a nosotros. Entre ellos, muchos se han enfrentado a la sospecha, por parte del propio ejército que aspiraban a formar, de un compromiso con el enemigo.

70 años después, el tiempo no ha borrado ni su sufrimiento ni su valentía, y menos aún el reconocimiento de la Nación. Porque allí, en Indochina, en esta guerra lejana en los mapas como en las mentes, en este conflicto de la Guerra Fría que no interesaba a una metrópoli ocupada en reconstruirse, los destinos individuales se hicieron añicos y los héroes se revelaron. Estos hermanos de armas le dedicaron lo mejor de sí mismos: su valor, su coraje, su juventud.

Merecen ser recordados. Honremos a los muertos como a quienes regresaron y que, desde entonces, llevan la memoria de sus hermanos de armas.

Viva la REPUBLICA !

Viva Francia !


Mensaje de Patricia Miralles
Secretario de Estado del Ministro de las Fuerzas Armadas, responsable de
Veteranos y memoria

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