En las próximas décadas, la aviación no debería cambiar su forma: un fuselaje y dos alas. Pero ¿qué pasa con la tecnología a bordo? Según la Agencia Espacial Estadounidense (Nasa), la eficiencia de las máquinas debería aumentar a medida que disminuyen sus emisiones. Este es también el desafío de la iniciativa AACES 2050 (Conceptos Avanzados de Aeronaves para un Medio Ambiente Sostenible).
Permite a empresas y estructuras académicas proponer nuevas ideas en la industria con el objetivo de ganar una subvención, indica TechCrunch. De este modo, se reparte un importe total de 11,5 millones de dólares entre cinco soluciones seleccionadas por la NASA. Esta contribución financiera tiene como objetivo acelerar el proyecto financiando estudios de viabilidad o la construcción de una prueba de concepto.
Una iniciativa para fortalecer la competitividad tecnológica estadounidense
“A través de iniciativas como AACES, la NASA puede aprovechar una amplia gama de perspectivas sobre cómo aumentar la eficiencia de las aeronaves, reducirimpacto de la aviación sobre el medio ambiente y fortalecer la competitividad tecnológica de los Estados Unidos en las décadas de 2040, 2050 y más allá”detalla Bob Pearce, administrador asociado de la NASA para la dirección de la misión de investigación aeronáutica, en un comunicado de prensa.
Si AACES es una nueva forma de financiar el futuro de los aviones de pasajeros, la NASA ya ha utilizado enfoques similares para promover la innovación en este sector. En 2021, se estableció una asociación nacional de vuelos sostenibles con el deseo de integrar nuevas tecnologías en los aviones en la década de 2030. Esto benefició especialmente al proyecto de aviones sostenibles X-66.
Este martes 12 de noviembre, la NASA dio a conocer los cinco proyectos ganadores de una subvención AACES. Las empresas más avanzadas son Electra y JetZero. El primero ya cuenta con un prototipo de su avión eléctrico. Esta vez se trata de desarrollar integraciones innovadoras de alas y fuselaje que deberían ayudar a reducir las emisiones y el ruido generado por sus aviones.
Estudios sobre sistemas de propulsión y combustibles alternativos.
JetZero, por su parte, ha elegido otra fuente de energía: el hidrógeno líquido. Si su tecnología reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, debe enfrentarse a una grave desventaja: el almacenamiento de hidrógeno a -253°C. La beca de la NASA se utilizará para determinar qué estructura de ala (mixta o tubular) será la más adecuada para alojar los tanques de hidrógeno dentro del avión.
Otros proyectos seleccionados incluyen el trabajo de Pratt & Whitney sobre sistemas de propulsión alternativos y la investigación del Instituto de Tecnología de Georgia sobre combustibles alternativos.
Por último, la NASA también aceptó la propuesta bastante vaga de Aurora Flight Sciences (una empresa del grupo Boeing) para llevar a cabo “una exploración integral y ‘al aire libre’ de tecnologías y conceptos aeronáuticos para 2050”. Esto debería implicar estudiar diferentes aspectos de las aeronaves: desde los combustibles hasta los sistemas de propulsión, la aerodinámica o la configuración de la aeronave.