En Valencia, la respuesta política a las inundaciones sumó indignación al dolor

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Casi dos semanas después de la peor inundación de este siglo en la Comunidad Valenciana, España está contando sus muertos. Según las autoridades, 222 personas han perdido la vida y una cincuentena siguen desaparecidas. Se trata de una catástrofe humanitaria similar a la que sufrió Europa central (Alemania, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo) en julio de 2021. Luego provocó la muerte de 220 personas.

Las intensas precipitaciones, que en algunas localidades alcanzaron los 500 litros por metro cuadrado en un día, asolaron la Comunidad Valenciana. El caso más simbólico de la violencia de los hechos es la Rambla del Poyo, un pequeño río de la comarca. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) informó que su caudal creció exponencialmente en pocas horas, en la tarde del 29 de octubre.

Este barranco, que atraviesa varias comunidades afectadas, y que suele estar privado de agua, superó el umbral de seguridad de 150 metros cúbicos por segundo a las 17.25 horas. A las 18.05 horas alcanzó los 993 m³/s y a las 18.55 horas, los 2.283 m³/s. Esta fue la última medición porque el sensor fue arrastrado por el agua.

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Los técnicos del CHJ estiman que con las aguas de otros barrancos, el aluvión que llegó hasta el pequeño pueblo de Paiporta probablemente superó los 3.500 m³/s. Es ocho veces superior a la media del Ebro (414 m³/s), y supone un caudal mayor que el del Nilo (2.830 m³/s). En Paiporta, que tiene 29.000 habitantes, perdieron la vida 70 personas.

Si este acontecimiento particularmente brutal es peligroso por naturaleza, la respuesta política es muy criticada en dos puntos. En primer lugar, las autoridades de la Comunidad Valenciana no alertaron a la población afectada hasta las 20.00 horas, dos horas y media después de que se superaran los límites de seguridad.

Entonces, el desastre sirvió como recordatorio de la incapacidad de las autoridades para construir infraestructuras para proteger a la población en esta zona de alto riesgo, que históricamente ha sufrido numerosas inundaciones. En 1957, la gran inundación de Valencia mató a 81 personas, lo que obligó a las autoridades a desviar el río Turia, que atravesaba la ciudad. En 1982, la rotura del embalse de Tous provocó 40 muertos.

En 2003 se votó un Plan de Acción Territorial para la prevención del riesgo de inundaciones en la Comunidad Valenciana (Patricova). Pero las obras previstas para proteger la zona afectada mediante el desvío de caudales no se llevaron a cabo. La documentación aún se encuentra en los cajones de administración.

Indignación y enojo

Ante la catástrofe del 29 de octubre se movilizaron 8.500 militares -de los cuales 2.100 pertenecían a la Unidad Militar de Emergencias (UME)-, así como miles de policías, guardias civiles y bomberos. Sin embargo, fue la participación de más de 20.000 voluntarios de localidades vecinas y del resto de España la que supuso el mayor alivio a las víctimas. En colaboración con entidades como Cruz Roja y Cáritas, la intervención de estas miles de personas, en su mayoría jóvenes, ha sido decisiva en las tareas de limpieza, reparto de alimentos y cuidado de personas mayores y enfermas.

La pérdida de tantas vidas y la destrucción de viviendas y negocios provocaron una ola de indignación entre los ciudadanos. Las críticas se dirigen principalmente a Carlos Mazón (Partido Popular), presidente de la Generalitat Valenciana, ausente durante varias horas en los momentos críticos de la fatídica tarde del 29 de octubre.

El presidente no se unió a la reunión del centro de emergencia hasta las 19.30. Unos diez días después del desastre, trascendió que Mazón almorzó con un periodista hasta las 18.

Salomé Pradas, asesora de justicia y gestora de emergencias, admitió públicamente que desconocía la existencia del sistema de alerta

También se intensifican las críticas contra Salomé Pradas (Partido Popular), asesora de Justicia y gestora de emergencias, que admitió públicamente que desconocía la existencia del sistema de alerta. Ella dice que no se enteró hasta las 8 p.m. del día de la tragedia.

“Recibimos la alerta cuando ya estábamos con el agua hasta el cuello”exclamaron los residentes.

La indignación y el enfado de los valencianos se materializó en una multitudinaria manifestación convocada por medio centenar de entidades sociales y colectivos cívicos en Valencia el pasado 9 de noviembre. Participaron 130.000 personas según la Delegación del Gobierno, con el lema principal: « Mazón, dimisión ». Entre otras frases muy aplaudidas durante la marcha, « Mazón, cobarde, a las ocho ya era tarde » y « nosotros estamos manchados de barro, tú estás manchado de sangre”.

El 3 de noviembre los disturbios marcaron también la visita del Rey de España, que acudió a Paiporta. El primer ministro socialista, Pedro Sánchez, fue aún peor recibido. Algunos manifestantes, en particular miembros de la extrema derecha, atacaron a las autoridades con barro. Pedro Sánchez fue golpeado con un palo y tuvo que ser evacuado por su servicio de seguridad.

Daños económicos considerables

A medida que pasan los días, el panorama del daño económico se va haciendo más claro, y es considerable. Las zonas afectadas por las inundaciones representan el 32% del producto interior bruto (PIB) de la provincia de Valencia, según la Cámara de Comercio local. El territorio cuenta con cerca de 50.000 empresas, entre ellas más de 4.000 industriales y cerca de 6.000 del sector de la construcción, según el Instituto Nacional de Estadística.

La catástrofe reducirá en dos décimas el crecimiento de la economía española en 2024

En el sector agrícola, las inundaciones destruyeron 25.000 hectáreas de cultivos y provocaron pérdidas de cultivos de cítricos, caquis, aguacates y hortalizas, así como la muerte de 3.000 animales. La catástrofe reducirá en dos décimas el crecimiento de la economía española en 2024, según el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.

El consorcio de compensación de seguros ha recibido ya más de 156.000 expedientes. Los principales corresponden a vehículos (93.000), viviendas (50.000), comercios y almacenes (9.000) e industrias (casi 3.000).

El gobierno central ya aprobó dos paquetes de ayuda. Las medidas deberían ayudar a unos 400.000 trabajadores a mantener sus ingresos, a 30.000 empresas a reactivar su actividad y a 100.000 hogares a cubrir sus necesidades básicas.

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