cómo su amigo lo traicionó para salvar su trabajo

cómo su amigo lo traicionó para salvar su trabajo
cómo su amigo lo traicionó para salvar su trabajo
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yola historia es conocida. Cuando Kafka murió el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling, a 20 kilómetros al norte de Viena, sus instrucciones testamentarias eran claras. El escritor de 40 años quiere quemar sus manuscritos. El hombre de letras está tan inseguro de su talento que no quiere posteridad.

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Su amigo, Max Brod, se enfrenta a un terrible dilema. Este novelista y poeta, mucho más conocido en aquella época que Kafka, siempre apoyó al joven Franz. Está convencido del valor literario de su obra y también se compromete a seguir publicando su obra con su padre, Hermann.

Pero en los cajones del difunto descubre dos cartas dirigidas a él y que frustran su plan. “Todo lo que dejo […] cuadernos, manuscritos, cartas, personales o no, etc. deben quemarse sin restricción y sin ser leídos, y también todos los escritos o notas que tengan de mí”, está escrito allí.

Un mensaje enigmático

Max Brod ya había oído a su camarada expresar este deseo durante su vida. Cuando Kafka le dijo que todo tenía que desaparecer, Max le dijo que no podría cumplir su deseo, por lo que lo invitó a elegir otro albacea. La tuberculosis finalmente se lo llevó. Franz, sin embargo, no cambió de opinión ni dirigió sus últimos deseos a nadie más.

LEER TAMBIÉN Cuando Franz Kafka se hizo pasar por un muñecoBrod reúne todos los escritos de Kafka: los que quedaron en casa de sus padres, los que se encuentran en su apartamento de la casa Oppelt. Pero también los que dejó por Dora Diamant, su última compañera. Y, antes que ella, a Milena Jesenska, el otro gran amor de su vida. Max s’adresse même au médecin qui l’a soigné, le docteur Robert Klopstock, pour récupérer les notes manuscrites que le malade a rédigées afin de communiquer à la fin de son existence : la progression du mal l’ayant privé de la faculté de hablar.

En una hoja, las últimas palabras de Franz Kafka dibujan un mensaje enigmático. “¿Por qué ni siquiera probé la cerveza en el hospital? Limonada todo era tan interminable. » Enterrado el 11 de junio de 1924 en el nuevo cementerio de Praga, Franz Kafka dejó una treintena de cuadernos, centenares de cartas y media docena de novelas inacabadas.

Investigación literaria

Max Brod desobedecerá a su autor y se encargará de dar a conocer esta inmensa obra. A partir de 1925 publicó El castillo luego, unos meses más tarde, El proceso. El año siguiente será Los desaparecidos (America) que confiará al editor Kurt Wolff. No le importaba que las ventas de los libros de Kafka fueran entonces modestas. Brod está convencido de la importancia literaria de estas obras y persistirá incansablemente en rescatar a Franz del olvido.

Suponiendo que había traicionado a su amigo “por su propio bien”, llegó incluso a abandonar su propia carrera de escritor. Léa Veinstein rinde homenaje a este sacrificio total en una investigación literaria muy personal iniciada en un momento eminentemente kafkiano: la pandemia de Covid y sus confinamientos. Esta eminente autora especialista –a quien dedicó su tesis doctoral– ha escrito una hermosa historia.

LEER TAMBIÉN Los últimos días de KafkaComo hizo en su libro anterior, dedicado a su abuelo rabino (isaac, Grasset, 2019), Léa Veinstein comparte su historia personal con sus lectores, exponiendo con delicadeza los vínculos íntimos que ha formado, desde su infancia, con el escritor checo. Luego emprendió un largo viaje, de Europa a Israel, siguiendo las huellas de los manuscritos que Max Brod llevó en 1939 en una pequeña maleta.

Tras escapar de la voluntad autodestructiva de Franz Kafka y de la quema de libros nazi, esta obra permanecerá en parte en cajas fuertes y en parte en un apartamento sin alma en la calle Spinoza de Tel Aviv. Será objeto, mucho más tarde, de un sonado pleito entre los herederos de Max Brod y la biblioteca nacional del Estado hebreo.

Léa Veinstein cuenta aquí de forma fascinante la historia de este tesoro literario. Es más, con el objetivo de resaltar su extraordinaria relevancia. “Todos los libros de Kafka describen los horrores de los malentendidos secretos y la culpa involuntaria entre las personas”, escribió Milena Jenseska en el anuncio de la muerte de Franz. El destino de su obra, que tanto debe al acto de rebelión de Max Brod, hace que este análisis sea aún más preciso.

* “Iré a buscar a Kafka, una investigación literaria”de Léa Veinstein, Flammarion, marzo de 2024, 316 páginas, 21 euros.

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