El partido Besiktas-Maccabi Tel Aviv previsto en Estambul se jugará finalmente en Hungría a puerta cerrada. Una decisión que sigue a las fuertes tensiones diplomáticas entre Turquía e Israel. ¿Qué pasó para llegar allí?
Nuevo giro en las tensas relaciones entre Turquía e Israel. Según una fuente cercana al asunto, la UEFA acaba de anunciar que el partido de la Europa League entre el Besiktas Estambul y el Maccabi Tel Aviv, inicialmente previsto en la metrópoli turca el 28 de noviembre, se trasladará finalmente a Debrecen, en Hungría. Una decisión tomada por motivos de seguridad en un momento en el que el clima es especialmente tenso entre ambos países desde hace varios meses.
Un partido de alto riesgo
Hay que decir que esta reunión se consideró muy delicada. De hecho, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha aumentado los ataques verbales contra los líderes israelíes desde el inicio de la guerra en Gaza. Un contexto geopolítico explosivo que no ha hecho más que aumentar los temores en torno a la celebración de este partido.
Las autoridades turcas también tomaron la delantera al anunciar la semana pasada que la reunión se celebraría “en un país neutral”, sin especificar el destino. Esto se hace ahora con la formalización por parte de la UEFA de su traslado a Hungría.
Una elección estratégica
¿Por qué Hungría? Según nuestras informaciones, esta elección resultaría de un acuerdo entre el organismo europeo del fútbol y las autoridades húngaras. Un compromiso que garantizaría que el partido se desarrollara en condiciones óptimas de seguridad, lejos de las tensiones que actualmente agitan a Turquía e Israel.
Pero este traslado no se produjo sin problemas. Inicialmente se llegó a un acuerdo para que el encuentro se realizara con el público. Pero las autoridades húngaras finalmente decidieron que se jugaría a puerta cerrada, debido a la violencia que se produjo al margen del partido Ajax-Maccabi Tel Aviv la semana pasada en Amsterdam.
Seguidores apuntados
En efecto, durante la noche del jueves al viernes, entre 20 y 30 aficionados del club israelí resultaron heridos tras ser atacados por grupos de individuos. Según la policía holandesa, estos ataques se produjeron tras un llamamiento dirigido a los aficionados judíos lanzado en las redes sociales. Incidentes que han empujado visiblemente a Hungría a revisar su postura respecto a la presencia de público durante el partido Besiktas-Maccabi.
Tensiones diplomáticas
Pero más allá de estas consideraciones de seguridad, este asunto también refleja las fuertes tensiones diplomáticas entre Turquía e Israel. Desde hace más de un año, se han producido en todo el país frecuentes manifestaciones antiisraelíes, a menudo autorizadas o incluso apoyadas por el gobierno turco. Un clima deletéreo que empujó a Israel a pedir a sus nacionales y a sus diplomáticos en ejercicio que abandonaran el territorio turco el pasado mes de octubre.
Ante esta situación, el Besiktas pidió a sus aficionados que no viajen a Hungría para asistir al partido, con el fin de “evitar cualquier inconveniente”. Un mensaje de precaución que dice mucho de la tensión que reina actualmente en torno a este partido.
¿Qué futuro tendrán las relaciones turco-israelíes?
Más allá del ámbito deportivo, este asunto es sintomático del deterioro de las relaciones entre Turquía e Israel en los últimos años. Los dos países, antiguos aliados estratégicos, atraviesan una importante crisis diplomática desde 2018 y la instalación de la embajada estadounidense en Jerusalén.
A pesar de algunos tímidos signos de relajación, la brecha parece ampliarse un poco más con cada nueva crisis. La guerra en Gaza y las violentas críticas de Erdogan a Israel han destrozado los esfuerzos de acercamiento emprendidos en los últimos meses.
En este contexto, la reubicación del partido Besiktas-Maccabi aparece como un nuevo síntoma de esta crisis que parece destinada a durar. Una observación amarga para los partidarios del diálogo, que a pesar de todo esperan que el deporte pueda servir de puente entre los dos países. Pero en vista de los acontecimientos recientes, el camino hacia la reconciliación todavía parece largo y plagado de obstáculos.