¿Cómo llegó a ser director de Editions du Progrès?
Tras la muerte de Leonid Brezhnev, el Comité Central del Partido Comunista me nombró director literario de esta editorial tan respetada, de la que posteriormente asumí el cargo. Fue Mikhail Gorbachev quien firmó el documento aprobando mi nombramiento. La época estaba abierta a Occidente y mucha gente estaba interesada en Rusia. Me han invitado a testificar en muchos países. En Editions du Progrès publicamos clásicos del marxismo en lenguas extranjeras y traducimos al ruso un gran número de obras de autores extranjeros. Y esto, en 52 idiomas. También teníamos la misión de traducir, a veces en un solo ejemplar, obras “secretas”, por ser antisoviéticas, que las máximas autoridades del país querían analizar. En aquel momento algunos me percibieron como un disidente, pero todos pensaban que estaba protegido. Había mitos a mi alrededor, especialmente sobre mis orígenes.
¿Por qué lo dejaste todo y te estableciste en Bélgica?
En los años 80, solía ir a la Feria del Libro de Frankfurt, donde conocí al amor de mi vida, Dominique, un belga. Nos mudamos a Moscú pero, unos años después, comencé a tener serios problemas relacionados con el nuevo período político, con las privatizaciones, el fortalecimiento de la mafia, que se fusionó con el poder. Amenazas personales, bloqueo de cuentas bancarias, acoso, difamación…: bandidos que se habían enriquecido hicieron de mi vida un infierno. Así que dejé la dirección de Progreso, pero me quedé unos años más en Moscú, haciendo diferentes trabajos. En 1999, mi esposa me convenció de ir al extranjero por dos o tres años. Excepto que, mientras tanto, Vladimir Putin ha pasado a encabezar el país. Y allí me di cuenta de que todas las puertas se me cerraban para siempre. Vivo en Bélgica desde hace más de 25 años.
Desde el guerra en ucrania¿Es difícil ahora ser ruso en el extranjero?
Tienes que vivir con eso. Nunca he cambiado de alma, sigo muy apegado a Rusia, sigo todo lo que allí sucede. Lo que más me entristece es que mis hijos se quedaron allí. Sólo veo a mis nietos crecer a través de las redes sociales. Teniendo en cuenta lo que digo y escribo sobre la dieta, mi esposa ahora me prohíbe volver a ella.
¿A qué te arriesgarías si pisaras hoy suelo ruso?
No lo sé exactamente, pero recibí advertencias de esta gente que controla internet, la prensa… Se supone que debo limpiar mis redes sociales.
¿Sus familiares en Rusia apoyan la guerra en Ucrania?
A medida que envejezco, mi círculo de amigos se reduce. Todos mis familiares de entonces, que como yo eran bastante antisoviéticos, comparten mi opinión. Por otro lado, he dejado de comunicarme con toda una serie de conocidos porque no entiendo lo que tienen ahora en la cabeza. Lo que entiendo, sin embargo, es que el régimen de Putin mutila el tejido social, pero también el cerebro. Imaginemos que esta semana el Patriarca, que es el interlocutor de Dios, dijera que la Iglesia Ortodoxa apoya la reintroducción de la pena de muerte… Rusia está muy enferma mentalmente.
En las últimas semanas, la publicación de las memorias póstumas deAlexéi Navalni hizo mucho ruido. ¿Qué nos enseña este libro?
Sigo las actividades de Navalny desde hace mucho tiempo. Incluso me registré en Twitter para estar al día de sus acciones y trabajo. En cuanto a los acontecimientos, no descubrí mucho al leer sus memorias. Pero lo que más me conmovió fueron sus pensamientos y su evolución. Era alguien que tenía familia en Ucrania y Rusia, que creció en un ambiente donde no se hablaba de política. Sin embargo, siempre tuvo los ojos bien abiertos al mundo. Desde muy temprano empezó a conocer la diferencia entre la realidad y la imagen mitológica creada en el discurso oficial. Al notar esta discrepancia, se formó una mente crítica. Había alcanzado niveles increíbles de pensamiento. Los pequeños episodios que componen el libro de Navalny me permitieron comprenderlo y admirarlo aún más.
¿Pueden estos recuerdos perjudicar a Vladimir Putin?
Evidentemente, Navalny es despiadado cuando habla de corrupción en el país. Vladimir Putin ha gobernado Rusia durante casi un cuarto de siglo mediante una combinación de controles sociales. Navalny denuncia la forma en que Putin se ha apropiado de todas las riquezas del subsuelo ruso, la iglesia, el arte… Pero el presidente ruso no es un gran lector. Quienes lo rodean aparentemente buscan en estas memorias frases que puedan ofender, lesa majestad. Dicho esto, no hay nada más que puedan hacerle a Navalny ya que este régimen ya lo ha matado.
¿Tiene la impresión de que la muerte de Navalny ha enfriado a los oponentes de Putin?
El asesinato de Navalny es una ducha fría para mucha gente que ahora es mucho más cautelosa. Pero algunos, incluso encarcelados, optan por seguir oponiéndose al régimen. Sin embargo, no muchos de ellos tienen este coraje. Nunca se sabe lo que podría pasar cuando cabreas a Vladimir Putin. Navalny también cuenta en su libro una anécdota sobre Boris Nemtsov. Tres días antes de su asesinato, éste había aconsejado a Navalny que tuviera cuidado porque se estaba exponiendo de forma increíble. Navalny respondió al comentario diciendo que no fue más discreto en sus críticas al Kremlin. Nemtsov respondió entonces que, como ciudadano del sistema y ex ministro, no tenía nada de qué preocuparse porque pertenecía al clan. Sintió que nadie se atrevería jamás a matarlo. Tres días después, Nemtsov fue asesinado cerca del Kremlin, el día del cumpleaños de Vladimir Putin.
Las condiciones de detención de Navalny fueron horribles. Fue una tortura. La forma en que explica cómo llegó a comprender que nunca abandonaría los muros de su prisión es conmovedora. Durante su último encuentro con su esposa, le dijo que estaba convencido de que no saldría vivo de su celda. Incluso ante la primera señal del colapso del régimen, supo que iban a deshacerse de él. Su esposa, Yulia Navalnaïa, admitió haber pensado lo mismo. ¡Qué intercambio!