En una declaración tan espectacular como simbólica, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reaccionó con entusiasmo a la elección de Donald Trump y calificó su regreso a la política como un “El mayor regreso de la historia”. Este fuerte apoyo subraya la estrecha alianza diplomática que marcó el mandato anterior de Trump, durante el cual las relaciones entre Israel y Estados Unidos alcanzaron un nivel sin precedentes de colaboración estratégica e ideológica.
Netanyahu, que a menudo ha elogiado a Trump como un aliado clave para la seguridad y los intereses de Israel, ve el regreso como una oportunidad para fortalecer una visión compartida de estabilidad regional. Durante su presidencia, Trump reconoció en particular a Jerusalén como capital de Israel e inició los Acuerdos de Abraham, normalizando las relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes. Para Netanyahu, el regreso de Trump podría reactivar esta dinámica y relanzar iniciativas regionales suspendidas bajo la presidencia de Biden.
El resto después de este anuncio.
Sin embargo, la victoria de Trump suscita reacciones contrastantes a nivel internacional. Si bien varios líderes de la región comparten el entusiasmo de Netanyahu, otros, particularmente en Europa, siguen siendo cautelosos sobre las implicaciones de este cambio. La diplomacia estadounidense corre el riesgo de adoptar un tono más asertivo en Oriente Medio, en consonancia con la doctrina Trump, a menudo percibida como un apoyo inquebrantable al Estado judío.