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En Caton-Pequignot, la empresa donde trabajo, miden entre 1,77 my 1,83 m. Como soy el segundo más alto del equipo, me encuentro situado en la parte delantera derecha del ataúd. A la izquierda, un compañero marca el ritmo, empezando siempre con el pie izquierdo, me recuerda al ejército. Ambos llevamos al difunto a la altura de la cabeza, que es más pesada que el resto del cuerpo. En los pies siempre es más ligero.