¿Jamones curados en una catedral de Cantal? ¡Rachida Dati dice que sí!

¿Jamones curados en una catedral de Cantal? ¡Rachida Dati dice que sí!
¿Jamones curados en una catedral de Cantal? ¡Rachida Dati dice que sí!
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Los radioaficionados, el arzobispo y el ministro: éste podría ser el título de una fábula moderna e increíble. El asunto tiene lugar en el campanario de la catedral de Saint-Pierre de Saint-Flour (Cantal), el más alto de Europa, situado a 900 m de altitud. Desde hace dos años, una cincuentena de jamones de la cooperativa Altitude se maduran bajo las vigas del edificio religioso con la bendición de la diócesis, muy felices de ver en esta charcutería etiquetada un maná financiero que cae del cielo.

Parte de la venta de jamones IGP denominados Florus Solatium, vendidos a los mejores restaurantes a 150 euros cada uno, contribuyó a la restauración de parte del edificio. “La venta de los jamones permitió recaudar unos 15.000 euros que se utilizaron para restaurar el órgano de la catedral”, alardea el abad Philippe Boyer, impulsor del proyecto y antiguo rector de la catedral de Saint-Flour.

Todo parecía celestial hasta que el arquitecto de los Bâtiments de France vino a frustrar este ingenioso arreglo. La Dirección Regional de Asuntos Culturales de Auvernia (DRAC) culpa a los “derrames de grasa y a las visitas no autorizadas” y ordena poner fin a la salazón mística. El famoso jamón IGP se encuentra así en el centro de una polémica en la que todo el mundo parece querer implicarse.

El alcalde de Saint-Flour y el presidente del consejo departamental, Bruno Faure, quieren conservar los jamones en la catedral. El caso, que se remonta a Rachida Dati, finalmente se decidió. El ministro de Cultura pidió al prefecto de Cantal “que examine las modalidades que permitirían renovar esta experiencia de refinamiento del jamón en la catedral de Saint-Flour”. ¡Uf!

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