S¿Estamos avanzando ciegamente hacia una guerra regional en Medio Oriente? Poner en marcha este engranaje depende de dos engranajes: Israel e Irán.
En un año, las capacidades militares de Hezbollah se han derrumbado, sin que Israel haya desplegado un solo soldado sobre el terreno. Su dirección central está decapitada, una gran parte de sus mandos intermedios han sido asesinados o están en el hospital desde la explosión de los buscapersonas. Finalmente, el rumor de una infiltración del Mossad complica la organización de una respuesta.
Con la muerte de Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, Benjamín Netanyahu recupera el control y arrasa con toda la estrategia regional de Irán. Desde 2006, Hezbolá ha trabajado para establecer una forma de disuasión convencional contra Israel, la única potencia nuclear de la región. El movimiento chií apareció como una forma de protección indirecta del programa nuclear iraní, ya que Teherán temía que, como en 1981 en Irak y en 2007 en Siria, el Estado judío bombardeara sus instalaciones.
Lea también el análisis | Artículo reservado para nuestros suscriptores. Con la eliminación de Hassan Nasrallah, el ejército israelí borra la afrenta que le infligió Hezbolá en 2006
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El día después del 7 de octubre de 2023, Hezbollah se unió al conflicto en nombre de “frente de apoyo” lanzando cohetes hacia el norte de Israel, obligando a más de 80.000 israelíes a abandonar sus hogares y manteniendo a dos brigadas del ejército israelí fuera de Gaza. Al hacerlo, desperdició parte de sus acciones, cuyo interés táctico residía en su capacidad para saturar la Cúpula de Hierro israelí. En once meses, Israel ha llevado a cabo más de 4.500 ataques aéreos en esta zona, obligando a casi 100.000 libaneses a evacuar sus hogares. Hezbollah también amenazó con atacar infraestructuras críticas, como plantas petroquímicas en Haifa, y llevó a cabo un ataque contra la sede del Mossad en Tel Aviv. Y, al igual que Hamás, tiene una red de túneles en la frontera norte. La unidad Radwan, cuyo comandante fue asesinado el 20 de septiembre, se dedica enteramente a incursiones en el territorio del Estado judío.
Lectura provocativa
Para Yoav Gallant, Ministro de Defensa israelí, el dilema era delicado: con un ejército de 170.000 soldados, al que se suman 360.000 reservistas, cómo gestionar simultáneamente el desmantelamiento de las capacidades militares de Hamás, mantener una ocupación en Cisjordania, contrarrestar la amenazas de Siria y Yemen, mientras se hace retroceder a Hezbollah? Desde hace tiempo se considera que una ofensiva terrestre en territorio libanés es demasiado costosa en términos de hombres y equipo, especialmente después de meses de desgaste en Gaza. El coste económico de movilizar a los reservistas israelíes pesa en la balanza, mientras que la agencia Moody’s ha rebajado aún más la calificación de Israel.
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