Transportado en taxi, el 19 de agosto de 2019, desde la residencia de ancianos de Var donde residía hasta un hospital de Marsella para recibir tratamiento, Jean Ligonnet, de 72 años, había desaparecido del departamento donde esperaba sentado en una silla frente a la sala de enfermería. Las búsquedas emprendidas por el hospital y por su familia fueron en vano hasta el hallazgo, el 3 de septiembre, de su cuerpo en una habitación situada en el ala oeste del sexto piso, en desuso desde hacía cinco años y cuyo piso de la puerta de entrada estaba bien cerrado con candado.
Debido al estado del cuerpo, la víctima fue identificada por un tatuaje de “Christine” parcialmente legible en el hombro. El tribunal, explicó su presidenta Laure Humeau, exculpó a la AP-HM de negligencia en la acogida de este paciente y de no aplicar el protocolo existente para las personas vulnerables. De hecho, la residencia de ancianos no había alertado al hospital de episodios de fuga ni de su traslado, en mayo, a una unidad cerrada. En el departamento al que acudía todas las semanas, el personal no había notado ninguna tendencia a deambular.
Por otra parte, los jueces consideran que “la falta de protección del ala en desuso y la ineficacia de la búsqueda son efectivamente causas determinantes de la muerte de Jean Ligonnet, ya que fue su reclusión en este lugar la que la provocó”. De hecho, se podía acceder al ala en desuso desde las escaleras de emergencia y la activación de las alarmas de las habitaciones dio lugar a una búsqueda que dista mucho de ser exhaustiva.
Dos noches seguidas, agentes de seguridad pasaron cerca del señor Ligonnet, encontrado muerto en una habitación sin manija exterior. Si bien la dirección de la AP-HM reconoce las desapariciones diarias de pacientes, según el tribunal, sería “necesario implementar instrucciones permanentes y confiables para garantizar, en los raros casos en que la desaparición no se resuelve en 24 o 48 horas, que De hecho, todo el establecimiento es objeto de investigación.
Durante la audiencia, el 8 de julio, el director general de la AP-HM François Crémieux, en representación de la persona jurídica, reconoció que “no hay muerte más atroz, encerrada en este lugar turbio y sucio”. Añadió que “no es posible volver a lo ocurrido pero sí es posible, con palabras, expresar la simpatía (de la institución) hacia sus allegados”.