El GNL, gas natural licuado, se obtiene de la licuación del gas natural, a una temperatura de -160 grados. Este proceso, que consume mucha energía, debe tenerse en cuenta en el balance energético vinculado a los usos de este gas. Porque si el GNL es hoy una solución generalizada para sustituir el uso de combustibles contaminantes, como el fueloil, por ejemplo, en el transporte marítimo, su impacto sobre el clima y la salud debe estudiarse a lo largo de todo su ciclo de vida. Es cierto que la combustión de GNL emite menos CO2 que los combustibles fósiles convencionales, y su menor contenido en azufre le confiere una ventaja en términos de efectos sobre la salud.
Sin embargo, varias etapas durante su producción, distribución y consumo socavan esta evaluación. Empecemos por su extracción. Compuesto en un 95% por metano, este último se extrae de los depósitos, a veces mediante fracturación hidráulica. Este proceso, prohibido en Francia, consiste en fracturar rocas de esquisto para extraer bolsas de metano, un gas que luego se recupera y que constituye el GNL. Durante esta extracción se observan numerosas fugas de metano. Sin embargo, el metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2, aunque su vida útil en la atmósfera es más corta. A lo largo de un siglo, se estima que el metano tiene un poder de calentamiento aproximadamente veinte veces mayor que el CO2. Por tanto, su liberación a la atmósfera es un factor importante en términos de huella ecológica. Luego, las fugas también se presentan durante la fase de distribución del gas, que la mayor parte del tiempo es regasificado para ser inyectado en las redes de gasoductos existentes. Finalmente, respecto al uso de GNL para propulsión marítima, se han observado y documentado fugas durante su combustión en motores. De hecho, parte del metano no se quema y se libera a la atmósfera.
Así, en lo que respecta al transporte marítimo, donde el uso de GNL está muy extendido, el equilibrio ecológico de su uso es, en el mejor de los casos, un poco mejor que el del uso de fueloil. Es esta ventaja tan relativa la que hace que muchas asociaciones digan que el GNL no debería convertirse en una fuente de energía utilizada a gran escala y a largo plazo.
En Francia, desde la invasión rusa de Ucrania y la decisión europea de prescindir del gas del Este lo antes posible, las importaciones de GNL se han disparado. Hoy Francia importa grandes cantidades de GNL de Estados Unidos, Qatar pero también… Rusia. Estas importaciones de GNL, que según el Gobierno es una energía de transición, han propiciado el desarrollo masivo de infraestructuras destinadas a garantizar la importación y distribución de gas regasificado en todo el territorio.
Por tanto, es urgente decidir los usos que se deben hacer del GNL, que se adapta bien a la calefacción, por ejemplo, para que esta fuente de energía no cree una nueva dependencia de las energías fósiles, en detrimento de los esfuerzos vinculados a la transición energética. .
