Durante los ataques del 7 de octubre en Israel, los hijos de Hadas Jaoui-Kalderon fueron secuestrados. Erez, de 12 años, y Sahar, de 16, pasaron 52 días en manos de Hamás en Gaza. En un libro titulado 52 días sin ellos (Ediciones Alisio), disponible en librerías el miércoles 24 de abril, su madre cuenta su lucha y su historia desde el ataque.
El 7 de octubre, Hadas Jaoui-Kalderon perdió a su madre y a su sobrina. Su expareja, padre de sus hijos, sigue rehén. En su relato, vuelve al ataque al kibutz la mañana del 7 de octubre. Quiere compartir lo que experimentó para que la gente sepa lo que pasó.
“Nosotros vivimos un verdadero pogromo, una masacre, una Shoah”, aseguró Hadas Jaoui-Kalderon, invitada de RTL, el martes 23 de abril. Durante el ataque, los terroristas intentaron entrar en su casa, a pesar de que ella se había refugiado en un albergue. “Yo estaba detrás de la puerta, los escuché al otro lado de la puerta, en mi casa. Brutalmente, Rompieron todo de manera bárbara, agresiva, claramente querían matarme”.ella recordó.
Después de ver que los hombres habían ido metódicamente de casa en casa, “Me di cuenta de que era una masacre”, ella indicó. Durante las ocho horas que estuvo en su refugio interactuó con miembros de su familia. En un momento ya no recibió noticias de sus hijos y de su padre, que se encontraban en otra casa.
“Mi hija no sabía si la iban a violar”
“Saltaron por la ventana y se escondieron entre los arbustos”, dijo Hadas Jaoui-Kalderon. “No creía que íbamos a superarlo. Miramos a la muerte a la cara”., ella añadió. Poco a poco se convirtió en la cara de la lucha de las familias de los rehenes y desafió a Benjamín Netanyahu. Dijo que estaba “decepcionada” con el gobierno. “Ese día nos abandonaron y todavía estamos en estado de abandono”.
Tras un acuerdo, sus hijos finalmente fueron liberados. “No tengo palabras para expresar el sentimiento que tuve al volver a ver a mis hijos. Es una especie de milagro”, aseguró. Le contaron lo que habían experimentado. “Vieron la masacre con sus propios ojos, vieron cuerpos sin vida, casas quemadas”. “Los movíamos constantemente […] Mi hija no sabía si la iban a violar, a abusar de ella, si la iban a matar o tocarla”, detalló.
“Simplemente me dijeron que nunca volverían a ser los mismos, es como si hubieran perdido la inocencia”, dijo Hadas Jaoui-Kalderon. Las condiciones de detención de sus hijos eran difíciles: tenían que mendigar para comer, para ducharse. Su hija, prisionera, se enfrentó a sus carceleros y logró ver a su padre.
De aquí en adelante, sus hijos “no se sienten seguros en ningún lado”. Piden ir al hospital, donde se sienten protegidos. A pesar del trauma, la madre de los dos ex rehenes, que creció en un kibutz cerca de la frontera con Gaza, Confió que “le gustaría” creer siempre en la paz..
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