En la lucha contra el cambio climático, el gas, que actualmente se produce principalmente a partir de combustibles fósiles, debe volverse ecológico. Ante la emergencia, el gestor de la red de distribución GRDF ha establecido su propio plan de descarbonización, optando por “seguir la trayectoria del Acuerdo de París”, subraya David Colin, director de Territorios de GRDF Bretagne.
En la región, la hoja de ruta prevé, en particular, aumentar la cuota de gas verde inyectado en las redes del 6% al 30%. Al mismo tiempo, el consumo de gas debe disminuir un 30%. Según las previsiones del GRDF, el futuro gas verde procederá principalmente de la metanización (4,6 TWh) y, de forma más marginal, de nuevas técnicas de pirogasificación y gasificación hidrotermal (0,5 TWh).
Alrededor de 90 digestores de metano conectados
En Bretaña, el objetivo para 2030 es un 10% superior al nacional, debido principalmente al dinamismo de la metanización agrícola. “Hemos pasado de 0 TWh producidos en 2015 a 1 TWh hoy”, afirma David Colin. De los aproximadamente 240 metanizadores en funcionamiento, 91 están conectados a la red. Y “cinco o seis” más lo estarán de aquí a finales de año.
A pesar de estas buenas cifras, no todo es color de rosa. La metanización bretona, cuestionada por las asociaciones ecologistas y enfrentada a problemas de aceptabilidad, también ha tenido que hacer frente a dificultades económicas, lo que ha provocado un aumento de precios del 15% en junio de 2023. “Ha creado una demanda de aire. Actualmente hay 170 proyectos en trámite”, afirma David Colin. De aquí a 2030, GRDF Bretagne pretende duplicar el número de metanizadores conectados a la red, antes de alcanzar el 100% de gas verde en 2050. Objetivos que dependerán, en parte, de un estudio del consejo regional sobre la evolución de la metanización. Se esperan sus conclusiones para finales de año.