“En lugar de darles dulces a mis hijos, compré pequeños muebles para la casa de muñecas”. A partir de 1975, Josy Here, una conocida acuarelista del sur de Sarthe, fabricó y equipó con su hija una casa de muñecas gigante, de más de 1,70 metros de altura. Detrás de una fachada blanca con ventanas vestidas con cortinas, cosidas por su hija y sus amigas, se esconden seis habitaciones llenas de pequeños objetos, muebles y accesorios fabricados, encontrados o traídos del otro lado del mundo a lo largo de los años.
Como una casa real
Josy Here es una apasionada del patrimonio y está convencida de que el arte contribuye a darle vida y a que sea amado. Recientemente publicó un libro de acuarelas de su ciudad, Mareil-sur-Loir. Esta casa es otro testimonio de su amor por la belleza. “Es una joya en miniatura”, afirma.
En las seis habitaciones, llenas de detalles, una cocina con su mantel de cuadros vichy, sus ollas colgadas de las paredes, sus mini botellas de vino y hasta el rodillo de cocina. En uno de los dormitorios, un secreter, maqueta de un mueble de la época de Carlos X realizada por un artesano. Sobre un escritorio de unos centímetros de ancho se colocan unos libros diminutos. “Hay uno con tapa de cuero y otro donde mi hija escribió una receta de cocina”. Una decoración de cristal de Murano, de Venecia, una jaula de pájaros, un espejo dorado y hasta fotos familiares, de tamaño liliputiense.
Reenviar a alguien de confianza
Todos estos objetos representan horas de trabajo. Se cosían o bordaban para hacer sábanas, colchas o alfombras, pero también se encontraban en anticuarios, artesanos o en tiendas de miniaturas. “Algunos amigos también me los trajeron del extranjero”, añade. Como este tocadiscos de China, colocado cerca de un aparador de finales del siglo XIX en el que se encuentran minúsculas piezas de peltre.
Hoy, Josy Here quiere dejar esta casa en herencia a alguien que sepa apreciar el trabajo minucioso, el tiempo y la pasión que se han dedicado a esta pequeña casa que es más bonita que una grande. Todas las lámparas de araña se encienden: la casa tiene incluso electricidad. Basta con poner un fieltro verde delante de la puerta para recrear un jardín: el salón exterior ya está ahí, con mesa, sillas y un mini sofá de ratán.
Esta casita está esperando un comprador digno que la cuide y le dé un nuevo brillo. Contacta a Josy aquí en [email protected]