A todos los hombres para quienes el proceso Pelicot supone un punto de inflexión, el ensayista Morgan N. Lucas ofrece una hoja de ruta para acabar con los clubes de chicos. Más de 200 personalidades masculinas se están involucrando, entre ellas Gaël Faye, Guillaume Meurice, Waly Dia, Gilles Lellouche…
por Morgan N. Lucas, ensayista, especialista en cuestiones de género
Muchos dicen que el proceso contra los 51 violadores es en realidad el proceso contra la masculinidad. A muchos les ofende esto y les parece de moda indignarse porque se les mete en el mismo saco en lugar de rebelarse contra las atrocidades orquestadas por Dominique Pelicot y respaldadas por tantos otros hombres. Sin embargo, hoy se plantea la pregunta: siete años después del inicio del #MeToo, ¿dónde estamos? ¿Qué hemos aprendido? ¿Cómo nos hemos posicionado? ¿Dónde estamos cuando nuestros amigos, colegas, hermanos se comportan o hacen comentarios sexistas? ¿Dónde estamos cuando las mujeres son atacadas? Sin duda, ocupados en cuestionar la credibilidad de la víctima, al tiempo que afirman que “no todos los hombres”, y menos aún nosotros.
Sin embargo, el caso Pelicot nos demostró que la violencia machista no es un asunto de monstruos, es un asunto de hombres, de todos los hombres.
Decir “todos los hombres” es hablar de violencia sistémica perpetrada por todos los hombres, porque todos los hombres, sin excepción, se benefician de un sistema que domina a las mujeres. Y como todos somos el problema, todos podemos ser parte de la solución.
Pero ¿por dónde empezamos cuando nos damos cuenta de que el patriarcado se está quedando sin fuerza y que el viejo mundo está muriendo?
En primer lugar, dejar de creernos indispensables. Entender que las mujeres no nos necesitan, y menos aún cuando se trata de la liberación feminista. Sobre todo, necesitan que dejemos de ponerles obstáculos. Entender que nuestros grandes egos les impiden avanzar, que los “no todos los hombres” sólo sirven para tranquilizarte a ti, no a ellas. No basta con decir “yo no soy como todos los hombres”, aquí las palabras no tienen ningún valor frente a la magnitud de la violencia. Ninguno mientras no estén seguidas de acciones concretas y cotidianas.
Así que a aquellos para quienes el juicio a Pelicot es el punto de inflexión. A aquellos que se niegan a seguir participando en un sistema que, para existir, necesita dominar a la mitad de la población. Es un poco tarde, pero aún hay tiempo. Sin embargo, no piensen que la misión consiste en hacerse el héroe, no los liberen, eso es lo que llevan haciendo siglos.
Hace unos meses, en una entrevista, un actor dijo que estaba listo para involucrarse, pero pidió una hoja de ruta.
Aquí está, dado por un hombre a otros hombres porque vamos a tener que dejar de pedirle a las mujeres que hagan el trabajo por nosotros.
- Dejemos de considerar el cuerpo de las mujeres como un cuerpo a nuestra disposición. Asegurémonos siempre del consentimiento de nuestras parejas, dejemos de considerarlo un obstáculo y considerémoslo la base necesaria de todas nuestras relaciones.
- Tomemos el control de nuestras emociones, dejemos de mirarnos el ombligo, invirtamos la carga de víctima y aceptemos cuestionarnos a nosotros mismos.
- Desaprendemos lo que nos han enseñado, lo que nos han contado sobre la masculinidad, dejemos de pensar que existe una naturaleza masculina que justifica nuestro comportamiento. No existe una naturaleza dominante sino un deseo de dominar.
- Examinemos nuestros múltiples privilegios para ponerlos al servicio del bien común y, a largo plazo, aceptar perderlos por completo. Recordemos que el objetivo último es poner fin a esta organización de género que induce “una división jerárquica de la humanidad en dos mitades desiguales”.
- Eduquémonos continuamente y en profundidad, y dejemos de pensar que porque leemos un libro feminista, ahora podemos explicarle a las mujeres los entresijos de su lucha.
- Aprendamos a tomar en serio las palabras feministas, y no sólo cuando salen de la boca de un hombre. No hacemos más que repetir lo que las feministas llevan siglos diciendo. Sería entonces una buena idea empezar a creer directamente a quienes están en el origen de estas teorías sin esperar a que el rostro del mensajero, porque se nos parece más, nos vuelva a aparecer.
- Dejemos de perpetuar el club de los chicos, dejemos de proteger a nuestros homólogos masculinos. Seamos solidarios con las víctimas, no con los agresores.
- Entendamos que si ninguna mujer de nuestro entorno nos cuenta la violencia que ha sufrido, esto no implica que ésta no exista. Por ejemplo, no es porque no tengas caracoles en tu salón que no haya guerras. La violencia machista es una realidad sistémica. Urge tomar distancia de nuestras propias experiencias para forjar una visión más ajustada del mundo. Urge también mostrarnos lo suficientemente fiables para que puedan finalmente contarnos sus realidades sin temer nuestras reacciones.
- Escuchemos realmente a las mujeres cuando nos cuentan sus necesidades y limitaciones. Es probable que si dejáramos de estar a la defensiva por dos segundos, probablemente nos sorprenderíamos de lo que podemos aprender cuando no estamos ocupadas justificándonos. No aceptemos escucharlas sólo cuando su tono sea agradable. Están tristes y enojadas con razón, dejémosles que nos lo expresen.
- No esperemos a que una mujer nos diga qué hacer para ponernos a trabajar. Tenemos dos ojos para ver y analizar nuestro entorno, así podemos saber qué hay que hacer. Porque también es una carga mental tener que decirnos las cosas.
Y por último: hagamos todo esto en silencio, sin gritarlo a los cuatro vientos, sin esperar aplausos ni felicitaciones.
Nunca lo diremos lo suficiente: “aliado” no es un estatus que nos asignamos a nosotros mismos, es un sustantivo y un verbo. No se trata solo de decirlo, sino de actuar, y esto los 365 días del año. Es un papel que debería costarnos, como mínimo, un poco de nuestra comodidad personal. Y si quieres movilizarte ya mismo junto a las mujeres en la lucha contra la violencia sexual, puedes participar en la campaña #NotAllMen de la Fundación de las Mujeres.
Así que ahí lo tenéis, vuestra hoja de ruta. Ya no podréis, ninguno de nosotros podrá decir que no sabemos qué hacer.
PD: Es muy probable que otros hombres te critiquen por socavar tu hombría. Si es así, es señal de que vas por buen camino. Sigue así.
Último trabajo publicado: Este no es un libro sobre género. Publicado por Hachette Pratique.
Entre los firmantes: Guillaume Meurice Humorista Habría escuchado al belga Escritor Gail Faye Escritor Gilles Lellouche Actor Eddy de Pretto Cantante Bruno Sánchez Actor Gregorio Montel Actor Alexis Michalik Dramaturgo Alex Ramírez Humorista Julien Menielle Youtuber Martín Winckler Doctor Kevin tiempos Humorista Wally Dia Humorista Cirilo Dion Director Juan Arbeláez Cocinero Príncipe Marco Músico Cera Músico Mehdi Kerkouché Bailarín Pierre de Maere Cantante Mathieu Palain Periodista Jérôme Niel Humorista Maxence Lapérouse Músico Eloi Spinnler Cocinero Arnaud Gallais Cofundador del movimiento M’endors pas y Mouv’Enfants Emmanuel Noblet Actor y director…
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