El día en que, en enero de 2018, Melania Trump supo que su marido había comprado el silencio de una estrella del porno, voló a Palm Beach (Florida), dejando a su pareja en problemas en Washington. La entonces primera dama de Estados Unidos acabó reapareciendo durante el discurso del Estado de la Unión. Pero ella no fue allí en el mismo coche que Donald Trump y entró al Capitolio del brazo de un soldado.
En privado, la exmodelo siempre ha expresado su indiferencia ante el asunto Stormy Daniels. “Es su problema”, confió a quienes la rodeaban. En realidad, Melania Trump no sería tan inmune a este escándalo, según el “New York Times”. De hecho, según una fuente cercana a la exmodelo que desea permanecer en el anonimato, ella apoya a su marido. Considera que este proceso penal es “una vergüenza” y equivale a una injerencia en las elecciones presidenciales.
Si la discreta ex primera dama parece ponerse del lado de su marido, este juicio corre el riesgo de revivir viejas heridas, con la prensa yendo y viniendo sobre el romance entre Donald Trump y Stormy Daniels. Recordemos que en ese momento, la pareja Trump llevaba un año de casados y Melania acababa de dar a luz a Barron. La ex Primera Dama podría incluso ser llamada a declarar, anunció el juez Juan Merchán.
“Al final, ella puede hacer o deshacer la candidatura de Donald Trump. Y al final, bien podría construirlo o destruirlo”, dice Stephanie Grisham, ex portavoz de Melania y autora de las explosivas memorias.
