Sólo queda pasar por una etapa final que, paradójicamente, implica tecnología de punta. Los cuatro marcadores de hora situados en cada cuarto de hora están remachados uno a uno. Este método es particularmente raro en relojería dada la casi imposibilidad de realizar perforaciones en el esmalte para insertar remaches.
Al igual que el vidrio, este material es demasiado delicado para perforarlo. Además, los artesanos de Louis Vuitton utilizan un láser de alta precisión para cortar 12 agujeros en el disco esmaltado, tres por índice. Gracias a esta tecnología, la esfera combina índices horarios remachados y esmalte grand feu, una hazaña excepcional en un sector donde tradicionalmente se requieren marcas impresas.
Tan preciosos como la esfera esmaltada, los marcadores de hora en forma de bastón están elaborados en oro blanco macizo de 18 quilates, al igual que las manecillas de hora y minutos en forma de lanza. El segundero, por el contrario, está fabricado en titanio ultraligero y su rotación rápida y continua requiere más energía del muelle real.
En cuanto a la caja de 39 mm, hermética hasta 50 metros, está fabricada íntegramente en platino hasta sus característicos cuernos en forma de remaches, en referencia a los ángulos que realzan los baúles de la casa parisina.
El fondo de cristal de zafiro revela el calibre LFT023, un movimiento de 147 componentes certificado cronómetro por el Observatorio de Ginebra y con una precisión de -4/+6 segundos por día. Este calibre de manufactura fue desarrollado por La Fabrique du Temps Louis Vuitton en colaboración con Le Cercle des Horlogers. Su reserva de marcha es de 50 horas.
“Por último, pero no menos importante”, una placa de oro rosa adherida al fondo de la caja tiene grabadas las palabras “1 de 50”. Este reloj se lleva con una correa de piel de becerro azul con una hebilla de platino. Nada te impide optar por un bonito caimán…