Los anfibios tienen una característica propia: su ciclo vital se divide en dos etapas, la primera en forma de larva acuática (renacuajo), y la segunda en una forma adulta muy diferente, capaz de respirar al aire libre. Las ranas son el orden más conocido por realizar esta asombrosa metamorfosis que implica drásticos cambios morfológicos y fisiológicos. ¿Pero ha existido siempre este ciclo bifásico?
No hay fósiles de renacuajos anteriores al Cretácico… hasta ahora
Los registros fósiles indican que las ranas aparecieron ya en el Pérmico, hace unos 270 millones de años. Sin embargo, hasta ahora no se había encontrado ningún fósil de renacuajo anterior al Cretácico (145 millones de años), lo que sugiere que las especies más antiguas, particularmente durante el Jurásico, no tenían una etapa larvaria. Una idea que resulta falsa, ante el reciente descubrimiento de un nuevo fósil.
El hallazgo fue realizado en la Patagonia, un poco por casualidad, por un equipo de paleontólogos que buscaban restos de dinosaurios. Ciertamente, el fósil de renacuajo descubierto es menos impresionante que el de un dinosaurio de varias toneladas, pero no menos excepcional. Porque su conservación ha permitido un análisis fino y detallado que podría ayudar a comprender mejor la evolución de las ranas.
El fósil muy completo de un renacuajo largo
El fósil, asociado a la especie. Notobatrachus degiustoiDe hecho, está completo y tiene huellas de tejidos blandos, incluidos los de los ojos, las branquias y los nervios. Un descubrimiento extremadamente raro, sabiendo que este tipo de pequeño organismo acuático suele ser muy difícil de conservar. Se cree que el espécimen data del período Jurásico medio (hace 161 millones de años), lo que indica claramente que las ranas ya se estaban desarrollando desde una etapa larvaria. El renacuajo encontrado también se encuentra en un estado avanzado de desarrollo y sus vértebras muestran signos de osificación. También llama la atención el tamaño del renacuajo: ¡16 cm de largo!
Aparte de su tamaño, este ejemplar parece haber sido relativamente similar a nuestros renacuajos actuales a nivel morfológico y fisiológico. Evidentemente se alimentaba de la misma forma, de plancton, algas y diversos detritos presentes en el medio acuático. Estos resultados fueron publicados en la revista Naturaleza.