El Sistema Solar está lleno de mundos acuáticos con océanos: la Tierra, por supuesto, pero también Europa, Encelado, Dione, Mimas y Ceres. Hasta ahora se pensaba que el asteroide más grande del cinturón del mismo nombre albergaba un océano escondido bajo una gruesa superficie rocosa. Un estudio basado en cráteres y datos de la misión Dawn muestra que este objeto podría tener una corteza mucho más hidratada de lo que se pensaba.
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¡Relájate, cráteres!
Publicado en la prestigiosa revista. Naturaleza Astronomíael estudio establece que la superficie de Ceres podría contener un 90% de agua y el resto en impurezas. Hasta entonces, la débil relajación de los cráteres (comprendemos, su gran número observable en la superficie de Ceres) parecía indicar que la corteza no contenía más del 30% de agua y el resto era roca.
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Su modelo establece que un antiguo océano fangoso, ahora completamente congelado, explica perfectamente por qué todavía observamos tantos cráteres en Ceres. En realidad, la capa de agua se mezclaría con cada vez más roca hasta unos 117 km de profundidad. Por lo tanto, este mundo se parecería más a las lunas Europa o Encelado (bolas de nieve con un océano bajo su corteza helada) que a nuestro satélite natural, contrariamente a las apariencias.
¡Y Ceres no está lejos de la Tierra!
Las misiones Juice de la ESA, de camino a Europa, o la Europa Clipper de la NASA, tardarán años en llegar a su destino para estudiar estos mundos acuosos, donde la esperanza de vida microbiana “alienígena” es real. ¿Y si allí orbitara un laboratorio natural de vida extraterrestre, tres veces más cerca de nosotros que las lunas heladas de Júpiter?
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