A lo largo de su vida, aproximadamente una de cada cinco mujeres y uno de cada diez hombres experimentan al menos un episodio de trastorno depresivo mayor (TDM), que requiere un diagnóstico rápido para limitar el riesgo de suicidio. Pero cuando se maneja adecuadamente, este tipo de episodio también puede conducir a un mejor conocimiento de uno mismo y a una sensación de control.
En el podcast Dingue, Gaëtan, un joven estudiante suizo con un futuro brillante, cuenta la terrible experiencia que vivió en septiembre de 2023 cuando se incorporó a Sciences Po Paris. “Ya no tengo hambre, ya no salgo de casa. No tengo idea de qué voy a hacer durante las próximas semanas”.
Después de haber invertido tanto para ingresar en esta prestigiosa escuela, ya no se reconocía en la imagen del estudiante brillante que era: “Escribí en ese momento y me describía como alguien mediocre, manipulador. Un problema para la sociedad”. Finalmente decide dejar París para regresar a Suiza.
Un descenso a los infiernos difícil de aceptar
Pero la situación se deteriora aún más: “Tengo un gran sentimiento de culpa, vergüenza, fobia social extrema a pesar de que soy una persona muy extrovertida”, afirma.
Rápidamente, lo invaden pensamientos oscuros, porque lo que vive se escapa de lo que consideraba posible para él: “En mi mente en ese momento, si un problema no tiene solución, es que no es un problema, entonces cuando somos los problema, empezamos a cambiar nuestra perspectiva”, analiza.
Luego consulta a su médico de cabecera, pero le cuesta aceptar la idea de que está atravesando un episodio de TDM. Una reacción frecuente de asombro, subraya el psiquiatra Guido Bondolfi, profesor honorario de la Universidad de Ginebra y ex jefe de psiquiatría de enlace del HUG.
Soporte adaptado y eficaz
Tras esta delicada etapa de aceptación, Gaëtan es seguido por un psiquiatra que le ofrece, durante seis a siete semanas, una combinación de psicoterapia y un antidepresivo inhibidor selectivo de la serotonina (ISRS). Este enfoque está resultando eficaz, lo que no sorprende a Guido Bondolfi: “Sabemos que tratamientos como la psicoterapia y los tratamientos farmacológicos combinados permiten que dos tercios de las personas que los reciben estén en remisión completa”.
Respecto al tercio de los pacientes que no responden a este tratamiento inicial, es fundamental no desanimarse, insiste el especialista. “No tenemos factores predictivos para saber qué tratamiento será el más adecuado para una persona”, explica. Y si bien existe una amplia gama de ISRS y alternativas para los casos resistentes, señala que no siempre se encuentra inmediatamente “el zapato adecuado para el pie de tal o cual persona”.
Crecimiento postraumático y riesgo de recaída.
La literatura científica indica que una persona que ha experimentado un primer episodio de TDM tiene un riesgo de recurrencia del 50%, que aumenta significativamente después de un segundo episodio. Pero Gaëtan se niega a verlo como inevitable: “Realmente no me veo en esta estadística porque claramente tuve la oportunidad, después de mi depresión y gracias a la terapia, de redefinir realmente quién quería ser y cómo quería vivir mi vida”. vida”, testifica.
Este proceso de redefinición de prioridades y valores, conocido en psiquiatría, se denomina “crecimiento postraumático”. Además, incluso si se produjera una recaída, esta perspectiva ya no le asusta: “Me siento mucho más armado y equipado para comprender cómo funciono y cómo reacciono ante la vida. Sé qué estrategias poner en marcha si tengo que recaer”. , y me da una sensación de control, como si hubiera recibido entrenamiento”.
Así, a pesar de la dura prueba, Gaëtan cree hoy que esta experiencia fue en general positiva: “Creo que ahora vivo mi vida con gran libertad. No tendría ningún problema en comprender que es mejor separarme de las personas y de las situaciones en las que no podemos influir, en lugar de tratar de soportarlos y sufrirlos, me da una sensación de serenidad que nunca antes había experimentado.
Adrien Zerbini
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