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Los pacientes recurren cada vez más a los cortafuegos.

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En Vendée, donde vive, Sonia Noël, de 51 años, asegura que “todo el mundo conoce un cortafuegos”, estas personas afirman tener el don de controlar quemaduras. El que ella solicitó practica su “arte” gratis. Tras un primer contacto telefónico, ella le avisaba antes de cada sesión de radioterapia, para que “pensara en ella”.

Valoración: realizó “20 sesiones sin dolores insoportables, apenas sensación de malestar”.

Lo mismo siente Brigitte Le Lay, que consultó dos veces a un cortafuegos, cuando le diagnosticaron cáncer de mama en 2013 y cuando volvió a aparecer este año. “Después de mi primera radioterapia, mi seno izquierdo se ‘quemó’ y desde que llamé a los bomberos, nada más”, asegura esta sexagenaria de la región de Nantes, que sin embargo se autodenomina “cartesiana”.

“El cortafuegos no curará el cáncer”

En 10 años, ha notado un cambio en la actitud de los cuidadores hacia esta práctica ancestral: “En 2013 no eran muy abiertos sobre el tema, hoy mucho más, aunque enfatizan que el cortafuegos no va a curar. cáncer. »

En el caso de Sonia Noël, incluso fue el oncólogo quien le habló por primera vez del tema, antes de iniciar el protocolo, diciéndole que “algunos pacientes encontraron un verdadero “plus” en esta práctica”. En el seno de Rose up, asociación que informa, apoya y defiende los derechos de las mujeres afectadas por todo tipo de cáncer, Sonia Noël ha conocido a muchas mujeres en su situación.

Una lista de “personas confiables”

Hoy en día, algunos hospitales como el Timone de Marsella o el Instituto Bergonié de Burdeos incluso tienen listas de agentes extintores para ofrecer a los pacientes que los solicitan.

Eric Dudoit, psicólogo oncológico de Timone, dice que tomó esta iniciativa en 2005 para apoyar mejor una petición urgente de los pacientes, de “presentarles una lista de personas confiables, que no aceptan dinero por sus sesiones, y para prevenir evitar que se topen con charlatanes”.

“La medicina no es todopoderosa y debe escuchar a los pacientes que sólo piden que se les alivie su angustia y su dolor”, alega.

Un estudio realizado en el Instituto del Cáncer Lucien Neuwirth (Loira) demostró que el 58% de los pacientes tratados por cáncer de mama utilizaban un cortafuegos.

Concluyó que la tasa de efectos secundarios inducidos por la radioterapia era la misma en los pacientes que utilizaban un cortafuegos que en los que no.

El profesor Nicolas Magné, coautor de este estudio y radioterapeuta del Instituto Bergonié, llega a una conclusión ambivalente: “Los pacientes estaban contentos de haber utilizado un cortafuegos, pero no hubo diferencias en términos de “efectos secundarios, excepto que aquellos que habían Usamos el cortador estábamos más cansados, sin que entendiéramos por qué.”

Considera que “siempre que el bombero no obstaculice la medicina académica” y proporcione su atención de forma gratuita, su recurso puede ayudar a determinadas personas que padecen cáncer.

Brigitte Le Lay lo reconoce: “No sé qué me hace sentir bien, si son sus cuidados o su presencia, pero estas sesiones calman mis ansiedades”.

El profesor Norbert Ifrah, presidente del Instituto Nacional del Cáncer (Inca), señala que estos métodos “no están prohibidos siempre que el paciente obtenga un efecto beneficioso (bienestar moral, mejora de su calidad de vida)» y que no no contravenir su tratamiento.

Pero “no tienen evidencia científica que demuestre su eficacia”, recuerda.

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