Si el Blue Monday, el tercer lunes de enero y supuestamente “el día más deprimente del año”, es una estafa científica y una invención de marketing, lo cierto es que para una parte de la población el primer mes del año rima con “depresión”, en caso contrario con “depresión estacional”. Esta es una oportunidad para hablar sobre el impacto de la depresión, estacional o no, en la vida sexual. “Se estima que alrededor del 70% de las personas con depresión experimentan un impacto en su vida íntima”indica la Dr David Masson, psiquiatra del Centro Psicoterapéutico Nancy-Laxou (Meurthe-et-Moselle), jefe del departamento de rehabilitación psicosocial. No es nada.
Esto se explica fácilmente por una serie de síntomas característicos de la depresión: cansancio, lentitud general, devaluación y pérdida de la autoestima, pérdida de interés por las cosas que normalmente producen placer… Tantos puntos que contribuyen a reducir el deseo sexual y Limitamos las ganas de intimar con alguien: nos falta energía, tenemos menos deseos –cualesquiera que sean–, no nos sentimos atractivos, etc. Observemos de paso que la caída de la autoestima también puede actuar en la otra dirección y conducir al consentimiento para mantener relaciones sexuales que no habrían sido deseadas en tiempos “normales”.
Además, especialmente en los hombres, la depresión puede provocar importantes dificultades en las relaciones, ya que a veces se expresa mediante irritabilidad, nerviosismo y/o agresividad.
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Un círculo vicioso
Más allá del deseo en sí, la depresión también puede tener efectos más mecánicos, afectando a la calidad de la erección o lubricación y teniendo consecuencias en la capacidad de sentir placer. A partir de entonces, la sexualidad deja de ser una fuente de alegría y se ponen en marcha mecanismos de evitación. “El sentimiento de rendimiento reducido asociado con la baja autoestima ayudará a crear un círculo vicioso de culpa y anticipación. Entonces se produjeron fenómenos de evitación.expone David Masson.
“Es algo de lo que no hablamos lo suficiente.lamenta el psiquiatra. Los pacientes no necesariamente se atreven a tanto, porque pueden considerar que es secundario, o que no tienen o ya no tienen derecho a la sexualidad porque están enfermos. Además, los médicos también pueden evitar el tema, ya sea por vergüenza, por falta de conocimiento o porque lo consideran un tema insignificante o marginal. Sin embargo, se trata de un tema que no deberíamos dudar en poner sobre la mesa durante una consulta.
Esto es tanto más cierto cuanto que esta caída del deseo sexual puede ser uno de los primeros síntomas “visibles” de una depresión, que al principio es bastante silenciosa. Sin embargo, cuanto antes se diagnostique y trate rápidamente esta depresión, mejor se tratará y más evitaremos el círculo vicioso de la evitación. Además, el diagnóstico nos permite poner palabras en palabras y frustrar la culpa. Ayuda a abrir el diálogo dentro de la pareja y reduce los conflictos relacionales. En cuanto sabemos que es la depresión la que habla, los temores sobre el fracaso amoroso o posibles reproches tienden a disiparse.
Los antidepresivos también afectan la vida íntima
Dado que existen tratamientos, existe la posibilidad de recuperación. Cuando la depresión es estacional, a menudo se trata bastante bien con fototerapia, ajustes en el estilo de vida y la dieta (dieta equilibrada, actividad física regular, etc.) y, a veces, psicoterapia (en particular, terapias conductuales y cognitivas). Más raramente, se puede prescribir tratamiento con antidepresivos. Para una depresión más “típica” –no condicionada por la estacionalidad– encontramos la combinación de antidepresivos y terapias conductuales y cognitivas.
El problema con los antidepresivos es que, aunque son eficaces, a veces tienen efectos secundarios, como reducción del deseo sexual y deterioro del placer. Esto no es una sorpresa, ya que “amortiguan” un poco las emociones y sensaciones. “Estos efectos secundarios pueden continuar después de suspender el tratamiento.señala David Masson. En cuanto a su impacto en la vida sexual, no todos los antidepresivos son iguales y también existen variables individuales”.
Esta es la razón por la que, si se producen estos efectos, el psiquiatra de Lorraine recomienda hablar con su médico prescriptor, para poder cambiar la molécula. Esto es tanto más cierto cuanto que los trastornos sexuales provocados por los antidepresivos pueden llevar por sí mismos a los pacientes a interrumpir espontáneamente el tratamiento, con riesgo de recaída.
Autocompasión y exploraciones.
Pero ya sean inducidas por la propia depresión o por tratamientos farmacológicos, las dificultades sexuales son algo en lo que hay que pensar a solas o en pareja. Primero hay un primer aspecto. Llamémoslo autocompasión. Es decir, está bien no sentir la necesidad de tener sexo, está bien tener menos o nada de sexo, está bien no tener una erección, está bien solo querer masturbarse…
La depresión es una enfermedad y hay que pensarla como tal, con lo que ello implica en cambios más o menos duraderos, particularmente en la vida emocional. En resumen, debemos alejarnos de un mandato severo: al no ser el sexo una necesidad vital como respirar, beber o comer, no hay problema en hacer una romper Sexo temporal, es hora de volver a ponerse de pie. Evidentemente, cuando estás en una relación, es mejor hablarlo con tu pareja, porque sabemos que las desigualdades en el deseo pueden ser devastadoras.
Dicho todo esto, esta disminución o ausencia del deseo ligada a la depresión puede llevar a desarrollar otras formas de intimidad con la pareja, para no desconectarse completamente de los placeres sensuales. Las caricias, los masajes o los baños también pueden resultar saciantes y ayudar a nutrir la relación carnal. Cocine una buena comida y cómala juntos también. Sin olvidar todo lo que nutre la relación en su dimensión de complicidad: ver una buena serie pegados el uno al otro, jugar a un videojuego, etc. La idea es divertirnos juntos, dondequiera que podamos encontrarlo mientras esperamos que pase la ola.
Obviamente, la depresión puede ser un desafío para una pareja y el período de remisión requiere que la pareja brinde apoyo. No siempre es fácil y acudir a un terapeuta de pareja a veces puede ser una buena idea.
Como habrás comprendido, el mensaje más importante sobre los trastornos sexuales inducidos por la depresión y/o sus tratamientos es que debes hablar de ello tanto con tu médico, como con tu psicólogo y con tu pareja. Los profesionales también deben asumirlo, atreverse a poner el tema sobre la mesa y hacer las preguntas adecuadas, reconociendo el derecho de sus pacientes a la sexualidad y la sensualidad.
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