LA COMPLEJA MEMORIA DE LOS TIRAILLEUREURS SENEGALESES

LA COMPLEJA MEMORIA DE LOS TIRAILLEUREURS SENEGALESES
LA COMPLEJA MEMORIA DE LOS TIRAILLEUREURS SENEGALESES
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(SenePlus) – La reciente destitución del Cheikh Oumar Diagne, el 31 de diciembre de 2024, tras calificar a los fusileros de “traidores”, revela las profundas tensiones que rodean la memoria de estos soldados africanos. Según Le Monde, esta controversia ilustra la complejidad de una herencia colonial que sigue dividiendo a la sociedad senegalesa.

La figura del fusilero cristaliza percepciones contradictorias. Por un lado, estos hombres son celebrados como héroes que pagaron un alto precio, en particular durante la masacre de Thiaroye en 1944, donde decenas, incluso cientos de soldados africanos fueron asesinados por el ejército francés mientras exigían su regreso. Por otro lado, su participación en la represión colonial plantea cuestiones delicadas: fueron enviados para sofocar levantamientos en Madagascar, Marruecos, Argelia y Camerún.

“Después de la independencia, es posible que se les considerara de forma negativa”, explica el historiador Martin Mourre a Le Monde. Esta ambivalencia se refleja en el conmovedor testimonio de N’Dongo Dieng, un ex fusilero, que evoca su malestar durante su despliegue en Argelia, confrontado con otros musulmanes “como nosotros”.

El historiador Pape Chérif Bertrand Bassène subraya la necesidad de ir más allá de los juicios simplistas: “Héroes, traidores, víctimas, es en cualquier caso restrictivo resumir de esta manera lo que eran los fusileros”. Recuerda en particular que algunos de ellos eran antiguos esclavos “recomprados” por Francia, lo que complica aún más su situación.

El proyecto conmemorativo lanzado por el presidente Bassirou Diomaye Faye, que incluye una comisión sobre Thiaroye y un consejo nacional de la memoria, promete ser delicado. “Un proyecto conmemorativo de este tipo no puede realizarse sin debates y sin oposición”, afirma Bassène, citando las paradojas inherentes a esta obra: el puente Louis Faidherbe en Saint-Louis, símbolo colonial controvertido, nos recuerda que este administrador se apoyaba en fusileros.

Esta complejidad se encuentra incluso en la celebración de los héroes nacionales. Bassène evoca el caso de Fodé Kaba: “Para muchos es un gran luchador de la resistencia, pero en muchos pueblos de Casamance es un hombre autoritario que llegó allí mediante la conquista”.

El reciente reconocimiento por parte de Francia de la “masacre de Thiaroye”, descrita por el Ministro Jean-Noël Barrot como una “herida abierta en nuestra historia común”, marca un paso importante. Pero también subraya la necesidad de un diálogo profundo sobre esta historia compartida, mientras Senegal se embarca en una redefinición de sus relaciones con su antigua potencia colonial.

Este trabajo de memoria, necesariamente complejo y a veces contradictorio, debe, según Bassène, apoyarse en los historiadores y las universidades para evitar los escollos de una visión simplificadora del pasado. El desafío es alto: construir una narrativa nacional que haga justicia a la complejidad de esta historia, sin caer en los escollos de una lectura únicamente heroica o acusatoria.

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