La sífilis, una formidable enfermedad de transmisión sexual, marcó la historia de Europa a finales del siglo XV. Su repentina aparición, poco después del regreso de Cristóbal Colón y su tripulación de América, ha dejado perplejos a investigadores e historiadores durante siglos. Su origen ha alimentado el debate: ¿fue una enfermedad europea que evolucionó o una infección importada de América? Hoy, gracias a los avances en genómica, un estudio reciente proporciona una respuesta clara: la sífilis tiene sus raíces en las Américas.
Una enfermedad con un impacto histórico devastador
La sífilis apareció en Europa a finales del siglo XV y sembró el pánico a su paso. Rápidamente apodada la gran viruela, trastornó a la sociedad con su devastación física y social. Las dolorosas lesiones, las deformidades óseas y las graves complicaciones la convierten en una enfermedad temida por todos.
Los tratamientos, rudimentarios e ineficaces, se basan en remedios peligrosos, como el mercurio o las decocciones de hierbas. Mientras tanto, la enfermedad se propagó rápidamente en las principales ciudades europeas, en paralelo con grandes exploraciones marítimas. Esta coincidencia lleva a algunos a establecer un vínculo entre la aparición de la sífilis y el regreso de los marineros de Cristóbal Colón en 1492. Sin embargo, esta hipótesis sigue siendo especulativa durante mucho tiempo, debido a la falta de pruebas concretas.
Las primeras pistas científicas: enfermedades relacionadas
Antes de llegar a una conclusión definitiva, los investigadores exploraron las pistas dejadas por el enfermedades treponémicasuna familia de patologías causadas por bacterias del género treponema. Además de la sífilis, esta familia incluye enfermedades de transmisión no sexual como el pian, el bejel y la pinta. Aunque diferentes, estas infecciones comparten similitudes biológicas y causan lesiones óseas distintas, visibles en las personas afectadas.
Sin embargo, los esqueletos precolombinos encontrados en América muestran rastros de tales lesiones, lo que sugiere que estas enfermedades existían mucho antes de la llegada de los europeos. Sin embargo, siguió siendo difícil identificar positivamente la sífilis únicamente a partir de estas lesiones. Los arqueólogos carecían de evidencia genética para vincular directamente las enfermedades observadas en América con las que afectaron a Europa.
Un gran avance gracias al ADN antiguo
El punto de inflexión decisivo lo produjo un estudio reciente realizado por un equipo internacional de investigadores, publicado en la revista Nature. Gracias a los avances de la tecnología genómica, pudieron analizar muestras de ADN tomadas de dientes y huesos de esqueletos que datan de antes de 1492. Estos restos humanos procedían de sitios arqueológicos de México, Perú, Argentina y Chile.
Los investigadores lograron así aislar el ADN de Treponema pálidola bacteria responsable de la sífilis y enfermedades relacionadas. Su análisis reveló que esta bacteria se originó en América, donde se propagó. diversificado hace unos 9.000 añosdurante el Holoceno Medio. Estos datos confirman que la sífilis moderna es una evolución de una cepa americana más antigua. Habría surgido poco antes de la llegada de Cristóbal Colón, antes de extenderse por Europa. gracias al comercio transatlántico.
Este descubrimiento también pone de relieve el papel de los europeos en la propagación de la sífilis por todo el mundo. Si bien las poblaciones nativas americanas portaban formas tempranas de enfermedades treponémicas, el aumento de los viajes, el comercio y la trata de personas ayudaron a transformar esta infección local en una pandemia global.
Nueva luz sobre la historia y la ciencia.
Las implicaciones de este descubrimiento van mucho más allá del simple debate sobre el origen de la sífilis. Reinterpreta capítulos enteros de la historia destacando el impacto de los intercambios transatlánticos en la salud global. Esta investigación también demuestra la importancia de las tecnologías modernas, como la genómica, a la hora de revisitar misterios históricos y biológicos que parecían insolubles.
Para los científicos, estos avances abren perspectivas interesantes. Una mejor comprensión de la evolución de las enfermedades permitirá anticipar mejor futuras pandemias. Además, este trabajo muestra hasta qué punto las interacciones entre las sociedades humanas y su entorno pueden moldear la historia de las enfermedades.