Respirar aire contaminado puede provocar depresión, según un estudio

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La contaminación del aire afecta la salud física de millones de personas en todo el mundo. Según este nuevo estudio, también podría desempeñar un papel importante en el aumento de los trastornos mentales, en particular la depresión.

El estudio publicado recientemente en la revista Ciencias Ambientales y Ecotecnología confirma un vínculo preocupante. De hecho, la exposición prolongada a la contaminación del aire estaría directamente relacionada con el riesgo de desarrollar síntomas depresivos. Estos resultados aparecen en un contexto donde los niveles de contaminación continúan muy por encima de los umbrales recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Un paso adelante para comprender los efectos de la contaminación del aire

La investigación fue realizada por elUniversidad Médica de Harbin y Universidad de Cranfield. Para el estudio, los científicos analizaron datos de más de 12 000 participantes de la investigacion Estudio longitudinal de salud y jubilación de China (Carlos).

Así pudieron identificar varios contaminantes del aire. Demostraron una correlación entre la respiración dióxido de azufre (SO₂), partículas finas (PM2,5) y monóxido de carbono (CO) y un riesgo significativo de desarrollar depresión.

Los contaminantes más peligrosos del aire: SO₂, PM2,5 y CO

El nuevo estudio tiene el mérito de ofrecer una clasificación de los contaminantes más peligrosos contenidos en el aire.

1 – Dióxido de azufre (SO₂)

Entre los contaminantes estudiados, el dióxido de azufre (SO₂) parece ser el más importante en el desarrollo de los síntomas depresivos. Tenga en cuenta que el SO₂ es un gas presente en el aire principalmente debido a la industria, los vehículos y la quema de combustibles fósiles. Por lo tanto, su presencia en la atmósfera es de particular preocupación en zonas urbanas e industriales.

Los contaminantes más peligrosos.

2 – Partículas finas (PM2.5)

Las partículas finas (PM2,5), que son pequeñas partículas suspendidas en el aire, también se han identificado como factores de riesgo. Estas partículas provienen de diversas fuentes, como trafico de autos, industrias, plantas de energía e incluso incendios forestales. Penetran profundamente en los pulmones y pueden viajar al torrente sanguíneo, afectando órganos vitales y potencialmente el cerebro.

3 – Monóxido de carbono (CO)

Por último, el monóxido de carbono (CO) es un gas inodoro e invisible. Se genera principalmente por combustión incompleta de combustibles. Y también estaría relacionado con un alto riesgo de sufrir síntomas depresivos. Aunque menos publicitado que otros contaminantes, el CO de hecho juega un papel subestimado en los trastornos mentales, particularmente en entornos urbanos.

El estudio también revela que el impacto de los contaminantes en la salud mental es amplificado cuando están presentes varios tipos de contaminación simultáneamente. Concretamente, los investigadores descubrieron que juntos, Estos contaminantes afectan no solo las funciones físicas sino también cognitivas.. Así, la exposición prolongada a estos agentes podría provocar alteraciones en determinadas regiones del cerebro, particularmente en las que regulan las emociones.

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Un impacto en el desarrollo emocional de los niños

Investigaciones recientes también han demostrado que la exposición prolongada a partículas finas (PM2,5) y dióxido de nitrógeno (NO2) podría afectar el desarrollo emocional y conductual de los jóvenes.

De hecho, ahora sabemos que los niños que viven en zonas muy contaminadas tienen más probabilidades de presentar Síntomas de ansiedad, depresión y comportamiento agresivo.. Además, serían más vulnerables a sufrir trastornos de atención, como el TDAH (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad). El hecho es que los cerebros jóvenes, aún en desarrollo, parecen particularmente sensibles a las influencias ambientales.

La contaminación y el desarrollo emocional de los niñosLa contaminación y el desarrollo emocional de los niños

¿Cómo podemos explicar los mecanismos biológicos detrás de este vínculo?

Los mecanismos biológicos que explican el vínculo entre la contaminación del aire y la depresión aún se están estudiando. Sin embargo, se han planteado varias hipótesis. Una de las principales explicaciones reside en inflamación sistémica. De hecho, la exposición a la contaminación del aire induce inflamación. que puede afectar el cerebro. Esta inflamación puede alterar notablemente las estructuras cerebrales implicadas en la regulación de las emociones, como la amígdala y la corteza prefrontal.

Las partículas finas, en particular, pueden ingresar al sistema sanguíneo y llegar al cerebro, donde pueden causar inflamación crónica. Esta inflamación puede dañar los circuitos neuronalesafectando así los procesos cognitivos y emocionales. Además, sabemos que la contaminación del aire podría alterar los niveles de neurotransmisores, como la serotonina. Sin embargo, sabemos que estos últimos juegan un papel clave en regulación del estado de ánimo y el bienestar mental.

Degradación cognitiva Progresivo debido a la contaminación del aire.

Los efectos de la contaminación del aire no se limitan al impacto en la salud mental inmediata. De hecho, la exposición prolongada a altos niveles de contaminación puede contribuir al deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas. En la lista hay Enfermedad de Alzheimer y enfermedad de Parkinson.

Estas enfermedades, que afectan principalmente a las personas mayores, están cada vez más vinculadas a factores ambientales. De hecho, la exposición a contaminantes en el aire podría acelerar el deterioro de las funciones cerebrales.

¿Qué implicaciones para la salud pública y las políticas ambientales?

Los resultados de este estudio resaltan la importancia de una acción concertada para reducir la contaminación del aire. Sin lugar a dudas, la contaminación del aire representa un gran amenaza para la salud pública. Y su impacto sobre la depresión podría generar costos sociales y económicos considerables a largo plazo.

Por ello, los investigadores exigen políticas de gestión de la calidad del aire más estrictas. Además, medidas como la promoción de energías limpias, el fortalecimiento de los estándares de emisiones de vehículos y la mejora de la eficiencia energética en los sectores industriales podrían mitigar estos efectos nocivos sobre la salud mental.

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