Los avances médicos son motivo de optimismo, afirma el doctor Jean-Pierre Thierry. Pero este entusiasmo debe ir acompañado de una reforma de la salud pública, a riesgo de crear más tensiones sociales. Y dar todo su lugar a la prevención.
Este artículo procede de la revista Les Dossiers de Sciences et Avenir n°220 de enero/marzo de 2025.
Médico especializado en salud pública e informática sanitaria, Jean-Pierre Thierry es experto en la evaluación de tecnologías médicas y en la organización de los sistemas sanitarios. Formó parte de la Comisión de Transparencia de la Alta Autoridad para la Salud (HAS), organismo responsable de evaluar nuevos medicamentos. Actualmente es asesor médico de France Assos Santé, organización que representa y defiende a los pacientes y usuarios del sistema sanitario.
Les Dossiers de Sciences et Avenir: ¿Dónde está hoy la frontera entre la buena salud y la enfermedad?
Jean-Pierre Thierry: La pregunta es interesante, porque en cincuenta años hemos vivido una revolución casi copernicana, ¡y que está lejos de terminar! La medicina científica permite hoy en día tratar eficazmente muchas enfermedades que antes eran mortales, transformándolas en patologías crónicas. Aún más sorprendente es que hoy consideremos ciertos factores de riesgo como enfermedades en sí mismas.
Pongamos un ejemplo: si usted es un hombre mayor de 60 años con hipertensión leve, sólo se le considera paciente desde 1992. Antes de esa fecha, su condición era simplemente… normal. Otro ejemplo: a los 70 años, un nivel ligeramente elevado de creatinina (sustancia presente naturalmente en la sangre y que proporciona información sobre el funcionamiento de los riñones) lo clasifica ahora en la categoría de “enfermedad renal crónica”, sin necesariamente significar un potencial insuficiencia renal grave.
Cuando analizamos parámetros como el azúcar en sangre, la presión arterial, el colesterol, etc. en personas que se encuentran bien, cambiamos la percepción de quién está enfermo y quién no. Desde un punto de vista epidemiológico, estos son sólo factores de riesgo. Pero hablamos de ellas como si fueran enfermedades corporales. Esto podría justificarse desde el punto de vista de la salud pública.[…]
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