Bajo el microscopio, parecen rosas de arena en miniatura. Pero estas partículas no son simples curiosidades. Su ingenioso diseño bien podría ofrecer una nueva forma de administrar medicamentos al cuerpo humano.
Durante décadas, investigadores y médicos han estado tratando de resolver una ecuación compleja: ¿cómo llevar un medicamento directamente a su lugar de acción, minimizando al mismo tiempo los efectos secundarios? Si bien las partículas portadoras convencionales han permitido avances, a menudo carecen de versatilidad, precisión o fiabilidad en su seguimiento.
b) Esquema del proceso de síntesis hidrotermal de HNS-MP.
c-g) Imágenes de microscopía electrónica de barrido (SEM) de cinco tipos diferentes de HNS-MP, con fotografías insertadas que muestran cada tipo producido en masa (escala: 5 mm).
Recientemente ha surgido un nuevo concepto gracias al trabajo de ETH Zurich. Las partículas con estructura floral, de tamaño ligeramente inferior al de los glóbulos rojos, cumplen varios criterios esenciales. Transportan grandes cantidades de moléculas activas, se dejan guiar por ultrasonidos y se identifican fácilmente en el organismo.
La clave de su eficacia reside en sus pétalos ultrafinos y densos. Estos últimos ofrecen una gran superficie, con poros de sólo unos pocos nanómetros, capaces de absorber una gran cantidad de medicamento. Al mismo tiempo, estas partículas dispersan las ondas sonoras, lo que las hace más fáciles de visualizar a través de imágenes. acústico u óptico.
A diferencia de las microburbujas utilizadas hasta ahora, estas partículas sólidas muestran una capacidad mucho mayor para transportar tratamientos. Probados en laboratorio con un fármaco anticancerígeno, demostraron su potencial, en particular inyectándolos en la sangre de ratones y guiándolos con precisión hasta un lugar predeterminado mediante ultrasonidos focalizados.
Paul Wrede, miembro del equipo de investigación, destaca un gran avance: no se trata simplemente de dejar que estas partículas se muevan con la sangre. Se pueden controlar en tiempo real, ofreciendo un nivel de precisión nunca antes alcanzado.
Fabricadas a partir de diversos materiales como óxido de zinc o compuestos orgánicos, estas partículas también se pueden adaptar según las necesidades clínicas y las técnicas de imagen disponibles. Sin embargo, su forma única sigue siendo el elemento central de su funcionamiento.
Los investigadores ya están considerando aplicaciones prometedoras. En medicina cardiovascular o en el tratamiento del cáncer, estas flores microscópicas podrían permitir atacar zonas como tumores o coágulos con una eficacia incomparable, reduciendo al mismo tiempo los riesgos para los tejidos sanos.
Antes de esperar su uso en humanos, son necesarios ensayos adicionales en animales. Estos pasos permitirán verificar la seguridad y eficacia de esta tecnología antes de su posible integración en la clínica.