Yousouf, nacido con VIH, libra una batalla diaria. A pesar de su enfermedad, encuentra consuelo en su padre, Mustafa, que lucha para darle una vida mejor. Juntos enfrentan los desafíos, las dificultades financieras y el estigma asociados con la enfermedad.
Tiene 13 años. La época de los sueños, del descuido, donde el futuro se escribe lentamente. Y es para que Yousouf* pueda tener este futuro que su padre, Mustafa*, de 45 años, lucha. Contra viento y marea. Contra las pruebas de la vida. Contra la enfermedad.
Nacido con VIH, Yousouf lleva una vida muy diferente a la de otros niños de su edad. Cada día, la enfermedad impone su ritmo. A pesar de su admirable coraje, a veces flaquea. “No sé qué hacer con mi enfermedad”, murmura con la voz temblorosa.
Encuentra consuelo en los brazos de su padre, su refugio, su protector, su confidente y la figura materna que ya no tiene. Yousouf perdió a su madre a causa del VIH cuando tenía 2 años y medio. A esta ausencia se sumó la de su padre, quien estuvo distanciado de él durante muchos años. Ha pasado aproximadamente un año, en diciembre de 2023, desde que padre e hijo finalmente se encontraron.
En Le Dimanche/L’Hebdo, Mustafa relata con modestia y sinceridad, sin excusas, un pasado marcado por el dolor de la pérdida de un ser querido, los demonios de la adicción, la espiral infernal de la pérdida de control, de la precariedad. En ese momento, la Unidad de Desarrollo Infantil no tuvo más remedio que retirarle la custodia a Yousouf.
Desde que dio la espalda a sus viejos demonios, el hombre de cuarenta años ha seguido luchando para reconstruir su vida, recuperar la custodia de su hijo y ofrecerle una vida digna. La reunión simbolizaría, para esta pequeña familia rota, un nuevo comienzo, un renacimiento.
Él no eligió esta vida, pero la vive con un valor extraordinario”
Hoy, en su modesta casa, Mustafa vela cada día por su único hijo, su razón de vivir. Trabaja como electricista para ayudar a Yousouf. Pero sus ingresos son modestos y sus propios problemas de salud, en particular la hepatitis C y el dolor crónico, complican su vida diaria. “Mo garson donn mwa lafors. Entonces, qué importa, qué sacrificios hagas”, confiesa con lágrimas en los ojos.
Mustafa no oculta su admiración por la resiliencia mostrada por Yousouf, que actualmente está en octavo grado. Su vida diaria está marcada por las clases, pero también por estrictas obligaciones médicas. Cada día debe tragar cuatro comprimidos. Estos medicamentos son fundamentales para controlar la enfermedad que le acompaña desde su nacimiento, pero también son fuente de sufrimiento. “Mo cansado bwar sa bann konprime-la. “Li gro, li eklat mo lestoma”, confiesa Yousouf.
Este cansancio se siente en sus gestos y en su mirada. Yousouf también debe someterse a exámenes médicos mensuales para comprobar que sus niveles de CD4, un indicador clave de la inmunidad, se mantienen dentro de los umbrales normales. Estas obligaciones, aunque vitales, pesan mucho sobre sus frágiles hombros. Yousouf permanece en silencio delante de sus compañeros. Teme el estigma y los juicios que tal revelación podría causar.
“Li kouraze, plis ki mo ti pou kapav”, dijo Moustafa. Además de garantizar que Yousouf sigue escrupulosamente su tratamiento, también lucha por recibir una pensión de invalidez, asistencia que antes les permitía cubrir determinadas necesidades esenciales.
Según una antigua tarjeta de pensión, Yousouf recibió 9.000 rupias al mes entre junio de 2020 y junio de 2021. Sin embargo, desde que Mustafa recuperó la custodia de su hijo, esta pensión ha sido suspendida. A pesar de varias solicitudes, incluida una presentada el 22 de mayo de 2024, no recibió respuesta de las autoridades interesadas. “Mo pe rod zis sa ki que mi hijo se merece. Podemos vivir”, explica Mustafa.
Las necesidades son numerosas: ropa, comida, material escolar, leche en polvo… Tantos gastos que Mustafa lucha por cubrir solo. Este padre cuenta su historia con valentía, sin buscar compasión. Sólo espera poder ofrecer a Yousouf un futuro mejor, un futuro en el que no se vea reducido a su condición de portador del VIH: “Li pann swazir sa lavi-la, me li viv li avek enn kouraz extraordiner. Mo rol se ofreció li meyer sanz. »
*Nombres identificados
Quienes deseen ayudar pueden contactarlos al 5738 0437
358 nuevos casos registrados cada año
En Mauricio, 9.492 personas viven con el VIH y cada año se registran 358 nuevos casos, según estadísticas del Ministerio de Salud. Según estimaciones de ONUSIDA, entre 11.000 y 15.000 personas viven con VIH/SIDA en el país.
Los datos recopilados durante los primeros seis meses de 2024 revelan una distribución preocupante de los nuevos casos de VIH entre diferentes grupos de edad. Aquí están los principales hallazgos:
Adultos jóvenes (25-34 años): Este grupo sigue siendo el más afectado, representando el 36,6% de los nuevos casos registrados. Esta estadística refleja una tendencia persistente durante varios años, destacando la importancia de intensificar las campañas de concientización específicas.
Adultos de 35 a 44 años: Constituyen el 21,1% de los casos, lo que los convierte en el segundo grupo más afectado.
Niños menores de 15 años: Aunque los casos son menos, este grupo incluye 4 casos nuevos (1,4%), lo que pone de relieve la vulnerabilidad de esta población. Estas cifras exigen mayores esfuerzos en la prevención de la transmisión maternoinfantil y en la educación sanitaria.