Para vivir una vida larga y saludable, todo el mundo sabe que es necesario cuidar la alimentación, practicar actividad física regular y dormir lo suficiente. En las últimas décadas hemos visto la explosión de enfermedades de la civilización como la diabetes, la obesidad, la hipertensión arterial e incluso el cáncer. Podemos preguntarnos legítimamente si un estilo de vida saludable y, además, una dieta equilibrada, todavía nos permiten mantener una buena salud.
Un estado de completo bienestar físico, mental y social.
Según la definición de la OMS, la buena salud consiste en un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no simplemente en la ausencia de dolencias o enfermedades. Una dieta equilibrada se refiere a una alimentación que aporta al organismo diferentes nutrientes en proporciones adecuadas según las necesidades individuales. Consiste en aprovechar la diversidad de alimentos para cubrir las necesidades nutricionales en carbohidratos, proteínas, lípidos, vitaminas, minerales y antioxidantes.
Una dieta equilibrada también permite una distribución armoniosa de la ingesta de alimentos a lo largo del día. Sin embargo, aunque muchas personas comen de forma saludable (frutas, verduras, alimentos ricos en almidón, productos proteicos), es muy raro que quienes lleven una dieta verdaderamente equilibrada. La causa es la falta o demasiada información sobre el tema pero también un entorno nocivo.
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Frutas y verduras menos ricas en micronutrientes
Así, si evaluamos la ingesta nutricional de una población, la mayoría de personas tendrá deficiencias en la ingesta. Estos pueden atribuirse a una mala alimentación. Este es el caso cuando comemos “al estilo occidental” con muchos platos preparados, productos refinados, ricos en calorías pero libres de micronutrientes que, sin embargo, son esenciales para nuestra salud porque son los que hacen funcionar el cuerpo.
La industria alimentaria no se queda al margen. La carrera por la productividad ha ido agotando gradualmente los nutrientes de los suelos. Las frutas, verduras y cereales son hoy considerablemente menos ricos en nutrientes que hace un siglo. Los trastornos de la conducta alimentaria (ingesta insuficiente), los trastornos digestivos (disminución de la asimilación), la toma de determinados medicamentos favorecen el desarrollo de deficiencias.
Además de esto, también cabe señalar que tenemos mayores necesidades de determinados micronutrientes debido a nuestro entorno. La contaminación, los alteradores endocrinos, el estrés o la práctica de deportes inadecuados pueden aumentar considerablemente las necesidades de determinados micronutrientes.
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Deficiencias a pesar de una dieta equilibrada
Paradójicamente, en estos tiempos de opulencia alimentaria, es impensable considerar a una persona no deficiente sin una suplementación dietética adecuada. En ningún caso la comida puede ser suficiente. Las deficiencias más comunes se refieren al magnesio, la vitamina D y el omega 3. Ciertas poblaciones corren mayor riesgo de sufrir deficiencias, en particular las mujeres embarazadas y en período de lactancia, las personas mayores y los deportistas.
Los niños, a pesar de su corta edad, también pueden verse afectados. Para evaluar una o más deficiencias, puede contactar con su médico. Un análisis de sangre nutricional dará algunas indicaciones, aunque para determinados parámetros serán necesarios análisis especiales. Dependiendo del caso se podrá considerar la suplementación. Esto siempre debe ser recomendado por un profesional sanitario. La automedicación, incluso si se trata de productos naturales y de libre disponibilidad, puede tener consecuencias desafortunadas.
Anaïs Taqourt es dietista nutricionista en Morlaàs. Semejante. : 06 83 65 52 09.
Sitio web : www.dieteticienne-nutritionniste-pau.fr.
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