Durante años, Jean-Marie Ossart sufrió graves dolores de espalda. En 2012, una tomografía computarizada reveló un defecto congénito en la columna, que causaba la degeneración de los discos intervertebrales (enfermedad degenerativa del disco). “Sentía tanto dolor que, algunos días, cuando llegaba a casa del trabajo, me sentaba en el sofá, sin moverme hasta la mañana siguiente, sin comer…”recuerda este vidriero de cincuenta años.
“Los médicos primero me recetaron analgésicos, relajantes musculares, luego me dieron morfina de liberación sostenida, Skenan”un poderoso opioide. Fue en 2012. Ningún médico le advirtió del riesgo de volverse dependiente si tomaba una dosis alta. No lee las instrucciones. Durante una semana, el dolor desaparece y luego regresa. “Y lo que es más, estaba a la luz de la luna. » Se sincera al respecto con su médico, que tiene un “la mejor idea” y le recetó otra forma de morfina, Actiskenan, de acción rápida, a razón de seis comprimidos al día. “Lo tomé para poder trabajar: tienes dolor, tomas uno y te puedes ir”nos dice. En total, eran alrededor de diez pastillas cada día. Se vuelve dependiente.
Cada tres meses, su médico renueva su receta sin examinarla, sin interrogarlo… Pero, en 2017, aquejado de vómitos, sudoración y diarrea, fue llevado a urgencias. Es una crisis de retirada. “Me dieron mi dosis y me sentí mejor. » El médico de urgencias le sugiere consultar para dejarlo y le dirige al servicio de adicciones de la universidad de Lyon (situado en los Hospices Civils y en el centro hospitalario Le Vinatier). En el marco de este servicio que dirige, Benjamin Rolland creó, en mayo de 2023, el Centro de Recursos para las Toxicomanías de Lyon (Cerlam). Poco a poco, el señor Ossart reduce las dosis. “¿Por qué me permitieron atiborrarme de medicamentos entre 2012 y 2017? ¿Por qué nadie me dijo…? »se pregunta todavía hoy.
¿De qué medicamentos estamos hablando? Los opioides incluyen sustancias naturales como la morfina, el opio, la codeína y compuestos sintéticos como el fentanilo o el tramadol. Se recetan para dolores moderados a intensos, posquirúrgicos o relacionados con el cáncer, por ejemplo. Actúan sobre los receptores opioides del cerebro y desempeñan un papel clave en el sistema nervioso central, regulando la percepción del dolor y aumentando la sensación de placer, recompensa y bienestar.
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