La primera parte de este díptico recorre los dramáticos inicios de la epidemia de SIDA, un trastorno sanitario mundial que comenzó en 1981 con la publicación del primer informe sobre una enfermedad aún desconocida. Mientras los investigadores se embarcan en una carrera frenética para identificar la causa, surgen tensiones entre los científicos, lo que marca el comienzo de una larga batalla por la autoría de este descubrimiento.
A principios de la década de 1980, apareció una enfermedad hasta entonces desconocida, que presagiaba una agitación sin precedentes en la historia de la salud pública mundial. Todo comenzó el 5 de junio de 1981, con la publicación en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad (MMWR) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en un artículo titulado Neumonía por Pneumocystis – Los Ángeles (Neumonía por Pneumocystis en Los Ángeles). Este informe describe una rara infección pulmonar, generalmente leve en adultos sanos, que afectó a cinco hombres homosexuales en la ciudad de California.
Entre octubre de 1980 y mayo de 1981, estos pacientes ingresaron en tres hospitales de la ciudad, presentando diversas infecciones oportunistas. Uno de ellos sobrevivió al linfoma de Hodgkin, un cáncer al que las personas VIH positivas son particularmente vulnerables. Dos de los pacientes ya han muerto en el momento de esta publicación y los otros tres sucumbirán poco después. Los autores del informe plantean la posibilidad de una deficiencia inmune celular. Sin embargo, el vínculo preciso entre estas infecciones y esta falla inmune sigue siendo incierto.
Aunque anteriormente se habían observado infecciones oportunistas raras entre algunos hombres homosexuales en las ciudades costeras de Estados Unidos, esta publicación fue el primer reconocimiento oficial de una enfermedad que luego sería identificada como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (o SIDA). También (y sobre todo) marca el comienzo de la conciencia institucional sobre una epidemia que redefinirá las cuestiones sanitarias y sociales de las próximas décadas.
Inacción política
En los meses siguientes, la enfermedad se propagó rápidamente y afectó especialmente a poblaciones marginadas, incluidos homosexuales, drogadictos y hemofílicos. En diciembre de 1981 se registraron 337 casos de inmunodeficiencia grave. Sin embargo, los CDC estiman que alrededor de 42.000 personas eran VIH positivas sin saberlo en ese momento. La inacción política y el estigma social agravan aún más la crisis. A medida que la enfermedad avanza y se propaga a otras sociedades, queda claro que un agente infeccioso previamente desconocido es el responsable de este brote. Conscientes de la emergencia sanitaria, los investigadores se embarcan en una carrera frenética para identificar la causa de la enfermedad y desarrollar estrategias destinadas a contener, o al menos limitar, su propagación. En esta búsqueda destacan dos equipos: el dirigido por el francés Luc Montagnier, en el Instituto Pasteur de París, y el del estadounidense Robert Gallo, en el Instituto Nacional del Cáncer (NCI), que forma parte del NIH (National Cancer Institute). Institutes of Health), ubicado en Bethesda, en el área metropolitana de Washington.
Primer gran paso
“Después de mi doctorado en el King’s College de Londres, entré en el Instituto Pasteur como investigador postdoctoral en la unidad de Luc Montagnier”, afirma Ara Hovanessian, ex director de investigación libanés en el CNRS de Francia, en una entrevista exclusiva concedida a Ici Beirut. “El profesor Montagnier fue un destacado investigador en virología y biología celular. Con mi formación en bioquímica, me uní a su equipo para proporcionar las habilidades y técnicas necesarias para avanzar en nuestra investigación. Rápidamente me convertí en su mano derecha”. En 1982, el biólogo francés llevó a cabo una investigación sobre muestras de ganglios linfáticos tomadas de pacientes que presentaban linfadenopatía, un síntoma común del sida, caracterizado por un aumento anormal del volumen de los ganglios.
Unos meses más tarde, Montagnier logró aislar un virus a partir de estas muestras, dando así un primer gran paso hacia la comprensión de la enfermedad. En el número del 20 de mayo de 1983 de la revista Cienciael equipo francés publicó un artículo en el que identificaba un retrovirus al que denominó LAV (virus asociado a la linfadenopatía) como causante del SIDA. “Al contrario de lo que suele informar la prensa, Montagnier fue el único que dirigió todo este trabajo en su unidad, en particular el análisis de las glicoproteínas de la envoltura viral y la observación del virus al microscopio electrónico. Sin él, este descubrimiento simplemente no habría dado lugar a la secuenciación del ARN viral”, explica el profesor Hovanessian, sugiriendo que se propusieron ciertos nombres a pesar de su contribución limitada, por razones que no son estrictamente científicas.
Inicio del conflicto
En Estados Unidos, Robert Gallo se enteró del aislamiento de un virus en París, tras la publicación de los resultados por parte del grupo del Instituto Pasteur. “Gallo contactó a Montagnier y le pidió una muestra del virus para compararlo con los que habían aislado de pacientes infectados con SIDA. De conformidad con los principios de la ética científica, Montagnier acepta su petición, ya que el artículo ya ha sido publicado”, precisa el investigador libanés-francés. Apenas un año después, en mayo de 1984, Gallo y su equipo publicaron, a su vez, un artículo en Cienciaanunciando que había aislado un virus similar asociado al sida. Lo llaman HTLV-III (virus linfotrópico T humano tipo III o virus linfotrópico T humano tipo 3).
“Es importante precisar que en 1983, el Instituto Pasteur había presentado en Europa una solicitud de patente para el diagnóstico del VIH (LAV, en aquel momento, según la nomenclatura del Instituto Pasteur), que fue rápidamente aceptada, mientras que en el En Estados Unidos, su aprobación se retrasó”, señala el profesor Hovanessian. Curiosamente, en 1984, el grupo estadounidense NCI presentó una solicitud de patente en Estados Unidos para el diagnóstico del VIH (HTLV-III, en ese momento, según la nomenclatura del NCI), que fue aceptada inmediatamente. Irónicamente, al menos sospechosamente, la solicitud de patente francesa no fue validada en Estados Unidos hasta después de esta fecha.
La tensión aumenta rápidamente…