El año pasado, la primera campaña de administración del anticuerpo monoclonal Beyfortus, realizada en una sola inyección en las salas de maternidad justo después del parto, demostró su eficacia. ¿Propósito de este medicamento? Proteger a los bebés de las epidemias de bronquiolitis. Dos estudios realizados por separado por Public Health France y el Instituto Pasteur estimaron la eficacia del fármaco entre el 78% y el 81% en los casos de bronquiolitis ingresados en cuidados intensivos hospitalarios. Un éxito.
Los resultados fueron transmitidos a las autoridades competentes para informar sus decisiones y la acción pública a tomar en materia de prevención. Respuesta de las “autoridades”: el Beyfortus este año sólo se reembolsa hasta el 30%. Cuesta 401,80€. ¿Quién paga los 300 euros restantes? Mutualidades de seguros que reembolsan más o menos: no hay Beyfortus para los más pobres. Pero en la maternidad del Hospital Universitario de Burdeos, el tratamiento con la inyección no cuesta nada a las pacientes, explica el equipo de pediatría. Según el profesor Bernard Bégaud, farmacólogo, Beyfortus es un “caso de libro de texto”.
¿Qué justifica este precio desorbitado de 401,80 euros por inyección y fabricación?
Sí, cuesta bastante hacerlo, ¡pero no tanto! Más de 401 euros por dosis, este precio no se justifica por el coste de fabricación y de investigación. Estamos en lo irrazonable: se identifica una enfermedad, se presenta como un problema importante de salud pública. Llega un medicamento, validado y aprobado, con un precio demasiado elevado.
No se hace nada a nivel nacional, europeo e incluso internacional para cuestionar este precio, los Estados ceden y llegamos a una situación que pone en duda los principios fundamentales de la salud pública: el acceso universal a la vacunación.
No corresponde a los fabricantes definir las prioridades de salud pública de un Estado
¿Cómo se fija el precio, quién decide?
Los fabricantes han conseguido que, a partir de ahora, fijemos el precio no en función del coste real del producto sino en función de una apuesta de futuro. En resumen, cuánto cuesta la enfermedad a los países, cuántas personas tratará este medicamento y cuánto ahorro generará. Cuanto más probable es que un fármaco resulte eficaz a este respecto, más caro será. Como si el precio de las primeras vacunas –las ahora imprescindibles contra el tétanos, la viruela, el sarampión, etc.– se hubiera calculado en función del precio de la enfermedad no tratada. Sólo los ricos podrían haber escapado.
¿Por qué Beyfortus sólo se reembolsa el 30% a pesar de que los estudios demuestran su innegable eficacia?
Porque la Alta Autoridad Sanitaria (HAS) emitió una débil opinión sobre la “mejora de las prestaciones médicas”. En el proceso, el Comité de Evaluación de Productos Sanitarios decidió reembolsar sólo el 30%, aunque las sociedades científicas confirman que este medicamento es esencial. Hay una contradicción total entre la opinión de la HAS y la de los expertos, es una negación de la salud pública.
Es difícil entender tal hiato entre la opinión de HAS y la eficacia probada de Beyfortus…
La HAS consideró que el beneficio era “menor” teniendo en cuenta los medicamentos preexistentes, en particular el tratamiento preventivo contra el virus respiratorio sincitial. Epi-Phare, que realiza de forma independiente estudios farmacoepidemiológicos, estudió el impacto de Beyfortus y demostró su eficacia, revelando al mismo tiempo desigualdades socioeconómicas.
Respecto a Beyfortus, los pediatras reaccionaron exigiendo una cobertura del 100%. Está bastante bien, ¿no?
Sí y no. Los pediatras piden un reembolso del 100%, sin cuestionar el precio base del medicamento. Entonces ¿quién pagará? El estado de bienestar. No corresponde a los fabricantes definir las prioridades de salud pública de un Estado, sino todo lo contrario.