Descubrimiento de un niño neandertal con síndrome de Down

Descubrimiento de un niño neandertal con síndrome de Down
Descubrimiento de un niño neandertal con síndrome de Down
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La imagen tradicional de los neandertales como depredadores despiadados ha ido evolucionando durante varios años gracias a descubrimientos arqueológicos que destacan su comportamiento empático y su capacidad para brindar atención continua a los miembros vulnerables de su tribu. Un estudio reciente realizado por investigadores españoles también lo respalda, revelando un caso fascinante de un niño neandertal con síndrome de Down que vivió hasta los seis o siete años, mucho más allá de la esperanza de vida habitual de los niños con síndrome de Down en tiempos prehistóricos.

Un caso excepcional

Los restos del niño neandertal fueron descubiertos en el yacimiento paleolítico de Cala Negra en Valencia (Italia), entre fósiles que datan de la época prehistórica. Análisis de los huesos revelados. Malformaciones congénitas características del síndrome de Down (trisomía 21)incluidas anomalías en fragmentos del oído interno que habrían afectado la audición y el equilibrio.

Este caso llama la atención no sólo por la presencia del síndrome de Down en los neandertales, sino también porque el niño tenía se benefició de cuidados continuos hasta una edad avanzada para la época.

Como recordatorio, este síndrome se debe a una anomalía genética que resulta en un cromosoma 21 adicional. Físicamente, el niño probablemente habría presentado un rostro característico con ojos almendrados inclinados hacia arriba y una estatura más baja que el neandertal promedio. También se habrían observado manos cortas con un pliegue único en la palma, al igual que una posible anomalía (más grande) en la lengua, aunque estos detalles específicos requieren evidencia ósea directa para su confirmación.

En términos de salud, discapacidades intelectuales leves a moderadas habrían afectado su desarrollo cognitivo y su capacidad de aprendizaje. Este niño también habría tenido un mayor riesgo de padecer trastornos cardíacos y gastrointestinales, así como alteraciones de la visión y la audición, síntomas que podrían haber planteado dificultades adicionales en el contexto de la vida prehistórica diaria.

Finalmente, conductualmente, este niño probablemente habría mostrado rasgos de personalidad amable y sociable, una característica común entre las personas con este síndrome. Sin embargo, las dificultades de aprendizaje y comunicación también habrían influido en sus interacciones dentro de su tribu neandertal.

Una familia de neandertales alrededor de un fuego. Créditos: Denis-Art/iStock

¿Qué implicaciones antropológicas?

Los investigadores han especulado sobre la naturaleza de este cuidado, señalando que el estilo de vida nómada y exigente de los neandertales habría dificultado que la madre soltera proporcionara los cuidados necesarios al niño mientras continuaba con las actividades diarias esenciales para el grupo. Esta conclusión sugiere una forma temprana de crianza colaborativa y apoyo social dentro de las comunidades neandertales, mucho antes de que estos conceptos fueran comúnmente atribuidos a nuestros antepasados.

La importancia de este descubrimiento va más allá del simple caso médico aislado; desafía las suposiciones previas de que los comportamientos prosociales y empáticos eran exclusivamente exclusivos del Homo sapiens y surgieron sólo con el desarrollo cultural y tecnológico. Los cuidados prolongados brindados al niño neandertal que padece síndrome de Down sugieren una forma de altruismo intrínseco dentro de las poblaciones de neandertales, independientemente de los beneficios directos que estas acciones podrían proporcionar a corto plazo.

Este descubrimiento apoya una vez más la idea de que los neandertales tenían una Complejidad social e inteligencia emocional subestimadas., quizás compartiendo rasgos de comportamiento similares con el Homo sapiens en el cuidado parental y la cooperación social. También podría indicar que los fundamentos de comportamientos como el altruismo y la cooperación social se remontan a nuestra historia evolutiva compartida mucho más atrás de lo que se suponía anteriormente.

Los detalles del estudio se publican en la revista Science Advances.

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